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Opinión: Indiferencia y absentismo

La indiferencia se volvió el antivalor más grave, el absentismo una aberrante práctica común, esta crisis pandémica los ha acentuado.
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19 Jul 2020 - 9:43 COT por Ecos del Combeima

Hay unas manifestaciones en la sociedad moderna, que datan desde los principios de la civilización humana, aun cuando siento y a su vez promuevo un despertar para los temas importantes, lamentablemente la mayoría se queda en lo superfluo en lo banal, en la orientación que le dan otros. Estamos en su mayoría en una sociedad sin criterio y cuando no hay criterio propio, no hay amor propio, se perdió la capacidad de comunicación critica, en la que tanto insisto y entonces allí aparece la indiferencia, esa que muy bien definió a principios del siglo pasado Antonio Gramsci: “La indiferencia es el peso muerto de la historia. La indiferencia opera potentemente en la historia. Opera pasivamente, pero opera. Es la fatalidad; aquello con que no se puede contar. Tuerce programas y arruina los planes mejor concebidos” y es que, esa indiferencia se ha establecido encarnadamente en nuestra sociedad, en todos los niveles y estratos sociales. 

Muchos quienes orientan políticas públicas, son indiferentes ante lo que es importante, urgente y estructural o simplemente no tienen la formación menos la capacidad, es cuando entra a jugar en quienes tienen obligaciones con la sociedad el absentismo, una práctica muy común entre quienes no tienen claro en que se metieron, por su puesto menos el conocimiento y la experiencia, ahí tiene cabida el populismo, el de izquierda y derecha, que busca polarizar y hacer a unos malos y a otros buenos, se dividen los temas, se ideologizan y ante la indiferencia de los habitantes, sobre la formación ciudadana avanzan hasta lograr el odio, el apasionamiento, que desde el desconocimiento se vuelve anarquía, y la anarquía produce caos, que es aprovechado por aquellos que con estrategias buscan el exterminio o el desprestigio de las instituciones, para acceder al poder (privado o público) de cualquier manera.

La indiferencia se volvió el antivalor más grave, el absentismo una aberrante práctica común, esta crisis pandémica los ha acentuado, insensibilidad e irresponsabilidad un coctel peligroso define nuestra sociedad, la que no se pone en los zapatos del otro, la que se queda cómoda, insolidaria, complaciente, negligente o anárquica. La familia es factor determinante en el proceso de formación en valores, espiritualidad, criterio y amor propio, seguiremos obstinados en formar líderes, necesitamos más ciudadanos con vocación, con ganas de servir a los demás, solidarios, humildes, gente autentica y real, que disfrute lo que hace, más allá del individualismo o la ambición personal.

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