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  |   19.Octubre.2022   |   Por:  
Alejandro Rozo

Consumo inteligente en tiempos de inflación

Alejandro Rozo
Crédito: 
Suministrada
Velotax
Otra situación bastante crítica es el elevado precio de los vehículos nuevos o usados, así como de los repuestos y accesorios.

Colombia ha alcanzado la inflación más alta registrada durante el presente siglo: 11.4% acumulada al final del mes de septiembre de los corrientes. Si bien aquella vieja frase dice: ¨mal de mucho consuelo de tontos¨, sí vale la pena aclarar que, aunque este fenómeno es mundial, en cada país ha tenido mayores o menores impactos dependiendo claro está del manejo dado a su política económica. Se presentan casos de hiperinflación como los de Argentina que ya supera el 80% o Venezuela que está más allá del 100%, o inflaciones muy bien controladas como las de Japón con 2.6% o China con el 1.9%.

Los factores que han incidido en esta tendencia son muchos y ampliamente analizados. Sin embargo, en nuestro contexto nacional, uno de los elementos que mayores impactos tiene es el  precio de los combustibles, en especial la gasolina, que como sabemos tendrá un incremento sustancial y paulatino en los próximos meses de $9.180 por galón hasta llegar a los $9.780 generado por el desmonte por parte del gobierno del Fondo de Estabilización de Precios del Combustible que trae un déficit acumulado superior a  $34 billones y que además supera ampliamente lo que el Estado destina a programas de apoyo como Colombia Mayor, solo por mencionar un rubro de inversión social. Esta medida es sin lugar a dudas necesaria porque no hay cómo solventar el Fondo y además, causa una dinámica de inflación en escala porque la gasolina está presente en toda la cadena productiva encareciendo de manera general toda la canasta familiar. Aunque el ACPM estará inicialmente congelado, un incremento del mismo a mediano plazo es inevitable, de tal manera que con el aumento ya evidente de estos dos hidrocarburos, el impacto sobre la inflación global estaría entre el 8 y el 10%.

Otra situación bastante crítica es el elevado precio de los vehículos nuevos o usados, así como de los repuestos y accesorios como consecuencia de la interrupción de las cadenas de producción, la falta de insumos y piezas neurálgicas como los microchips, los aumentos sustanciales en los precios del transporte de carga, la crisis de los contenedores y otros más. Esta particularidad no tiene un panorama alentador a corto plazo debido a que la tendencia alcista se verá agravada con el aumento histórico del dólar que para esta ultima semana superó los $ 4.700, situación que pronostiqué desde hace algunos meses y que encarecerá aún más el precio de materias primas, repuestos y productos finales.

Ahora bien, el principal condicionante de la tendencia alcista está en el rubro más delicado de la canasta familiar y es precisamente el de los alimentos, los cuales han crecido en más del 19.2% en lo corrido del año, superando ampliamente el aumento de los salarios decretado el año inmediatamente anterior. Este punto, jalonado por una demanda reactivada de alimentos con una oferta limitada, un elevadísimo costo de los insumos agropecuarios, las restricciones de suministro de Rusia y Ucrania y una tasa de cambio disparada, afecta esta inflación focalizada en la canasta familiar principalmente de las poblaciones con menores ingresos, más vulnerables, que centran sus gastos en la compra de alimentos, elementos de aseo y servicios para el hogar, ampliando con ello la línea de pobreza y generando problemáticas sociales. Cerca del 25% de la población del país no alcanza a consumir ni siquiera tres comidas al día.

Siendo muy realistas debemos entender que las condiciones de recesión económica se mantendrán en el horizonte cercano y solo queda tomar medidas personales hacia un consumo inteligente para estabilizar la economía familiar y hacer frente a la situación. Por esto, se hace relevante disminuir en su máxima expresión las compras de bienes de consumo suntuosos (electrodomésticos, bebidas alcohólicas, joyería, entre otras) y menos aún hacerlo mediante tarjetas de crédito.

Se recomienda destinar recursos para aquellos elementos esenciales de la canasta familiar (alimentos básicos, salud, educación, servicios públicos), cuidar inteligentemente los artículos de hogar y vestuario, excluir la compra de cualquier artículo que no sea estrictamente necesario y moderar el uso de los servicios públicos en el hogar. Cuando la compra sea realmente necesaria, establecer una clara comparación de precios en diferentes establecimientos comerciales ya que cualquier peso ahorrado será vital y en momentos en los cuales las tasas de interés bancarias son las más altas de la década, evitar cualquier tipo de endeudamiento a no ser que sea la última alternativa. Así que, si va a gastar su plata en su rumba preferida, recuerde que la resaca le saldrá bastante costosa.