Polos estratégicos y pymes tolimenses: motores de la nueva competitividad regional

Poco a poco, observo al Tolima en un esfuerzo de transformación económica, marcada por la irrupción de sectores estratégicos que empiezan a posicionar al departamento en el mapa de la competitividad nacional. Esta evolución no solo responde a la gestión institucional, sino también al dinamismo de las pequeñas y medianas empresas que, desde distintos frentes, están demostrando que el desarrollo no es exclusivo de las grandes urbes. En este contexto, cabe preguntarse: ¿estamos entendiendo el potencial real de nuestras PYMES y de los clústeres emergentes del Tolima?
Más allá del agro: la diversificación económica ya es una realidad
Durante años, el Tolima fue identificado casi exclusivamente con el sector agropecuario. Hoy, sin desconocer su relevancia, nuevas dinámicas productivas están tomando fuerza. Según el Observatorio de Desarrollo Económico del Tolima (julio 2024), entre los sectores con mayor proyección se encuentran la agroindustria con valor agregado, la moda con identidad regional, la gastronomía típica y el turismo de naturaleza. Estos sectores, articulados desde los clústeres emergentes, están generando empleo, fortaleciendo cadenas de valor y, sobre todo, posicionando productos locales en mercados nacionales e internacionales.
El reciente fortalecimiento del sector moda, por ejemplo, ha sido destacado y es que le darán la oportunidad de fortalecer sus capacidades productivas y exportadoras a algunas empresas gracias a la convocatoria del Programa de Fortalecimiento Empresarial 2025, impulsado por la Gobernación del Tolima y organizado por Cormoda, con el respaldo de la Cámara de Comercio de Ibagué.
Aplaudo las oportunidades de sectores potenciales en espacios nacionales o internacionales, donde se resalta la participación de propuestas de identidad regional. Esto, junto con estrategias de articulación entre gremios, ha comenzado a proyectar a Ibagué más allá del simple papel de ciudad intermedia y espero se continúe en esta línea.
Las PYMES: columna vertebral de la economía tolimense
De acuerdo con Confecámaras (abril 2025), en el Tolima el 97,6 % de las unidades productivas registradas corresponden a micro y pequeñas empresas. Sin embargo, muchas de ellas operan con modelos tradicionales, baja digitalización y escasa proyección comercial. Esto representa tanto un reto como una oportunidad: si se logran conectar a estas PYMES con los polos estratégicos que están surgiendo, el departamento podrá escalar su productividad y competir desde la innovación, sin perder su esencia territorial.
Programas como "Maestros de la Gastronomía Típica" o la ruta de emprendimiento “Crea, Crece y Conecta para el sector gastronomía típica y ancestral”, entre otros; han mostrado cómo es posible fortalecer capacidades técnicas y de negocio al mismo tiempo, proponiendo la evolución y que se eleven los estándares de calidad y mejorando la sostenibilidad de emprendimientos locales.
Estos modelos ha logrado impactar directamente en los sectores de cocina ancestral, turismo gastronómico y comercialización local, sectores que tradicionalmente han estado al margen de la competitividad nacional.
La necesidad de gobernanza colaborativa
El gran desafío del Tolima no está solamente en identificar sus vocaciones productivas, sino en construir una gobernanza inteligente que alinee esfuerzos institucionales, empresariales y ciudadanos. La competitividad no es el resultado de un solo actor, sino de la cooperación efectiva entre todos. Para lograrlo, es clave fortalecer rutas de desarrollo productivo, incentivos reales para la innovación y una cultura empresarial abierta al cambio y la cooperación.
Además, se vuelve urgente avanzar en esquemas que faciliten el acceso a mercados, a crédito productivo, a tecnología y a formación especializada. De esta forma, se puede evitar que los polos de desarrollo se concentren únicamente en las capitales o en empresas con músculo financiero, y en cambio se consolide un modelo más equilibrado y con verdadero impacto territorial.
¿Seremos capaces de transformar nuestras ventajas regionales en motores sostenibles de competitividad, o seguiremos esperando que otros territorios nos muestren el camino?