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Para Ibagué, en sus 470 años de historia

Alguna vez escuché, que el cariño que se le puede tener a una ciudad surge de haber crecido, luchado y soñado en ese lugar. Mi invitación es a que sigamos creciendo, si-gamos luchando y que nunca dejemos de soñar, porque como lo dice las últimas lí-neas de nuestro himno: Ibagué soñada eres mi ciudad. Por: José Adrián Monroy.
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22 Oct 2020 - 9:48 COT por Ecos del Combeima

No podía dejar pasar el mes de octubre sin hacer un escrito sobre el cumpleaños de nuestra ciudad, Ibagué. Desde hace un buen tiempo, he señalado la importancia de regalarle a la capital musical el amor y el respeto  (sentido de pertenecía) que se debe tener por esta tierra; mi deseo en ese aspecto es permanente y continua  intacto,    por-que la necesidad sigue siendo la misma. 

“Mi raza es Pijao de sangre bravía, yo soy tierra firme y quiero cantar. Con tunjos y mohanes, brujas, patasolas, soy un paraíso, y el más musical. Por mis venas corren guitarras, tambores, las flautas y tiples que entonando van. Con el alma alegre de un gran sanjuanero diciéndole a todos yo soy tu ciudad. Canto de ternura que arrulla al Combeima Cantando al Tolima su historia y su paz, Ayer fuiste un pueblo hoy la capi-tal de Colombia eres ciudad musical”. Para los que no lo conocen, este es un aparte del himno de Ibagué escrito por el maestro Jorge Arturo Villegas.

Ojalá todos se aprendieran el himno de Ibagué. En sus letras se encarna el espíritu musical que históricamente ha mantenido nuestra ciudad, el alma alegre que se pro-fesa de nuestra gente, nuestras tradiciones y costumbres que nos recuerdan el pueblo que se transformó en la gran capital; la población que se volvió el punto de  conver-gencia de todos los rincones del Tolima porque aquí todos los municipios  tienen a sus embajadores. 

Esta tierra cumple 470 años de historia y aun merece mucho más de lo que tiene, es allí donde se necesita la grandeza de los que acá vivimos, para que por encima de las diferencias, la voracidad de los intereses personales, los pensamientos ideológicos o políticos, se contribuya para tener una ciudad como la que todos anhelamos.

Por esta razón, el mejor regalo que le podemos dar a nuestra ciudad es que cada uno, desde su entorno: su colegio, universidad, su lugar de trabajo o desde su casa; inicie un proceso de cambio dándole lo mejor de sí a Ibagué. No les deleguemos esa responsabilidad exclusivamente a nuestros dirigentes, pues nos corresponde a todos aportar para que algún día agradezcamos por todo lo que tenemos y no nos sigamos quejando por lo que todavía falta.

Alguna vez escuché, que el cariño que se le puede tener a una ciudad surge de haber crecido, luchado y soñado en ese lugar. Mi invitación es a que sigamos creciendo, si-gamos luchando y que nunca dejemos de soñar, porque como lo dice las últimas lí-neas de nuestro himno: Ibagué soñada eres mi ciudad.

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