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El rol de las madres en la sociedad

Ojalá todos tuviéramos la posibilidad de ser la mitad de buenas personas como lo son nuestras propias madres. Tal vez no existirían las injusticias, ni los desamores. Mucho menos existiría la violencia y ningún ser humano en el mundo se acostaría sin comer así fuera el más pequeño de los alimentos.
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Personas
Crédito
Ecos del Combeima
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10 Mayo 2025 - 18:39 COT por Juan Manuel Díaz Borja

El mundo comercial celebra hoy el día de la madre. Paradójicamente en Colombia es uno de los días más violentos según algunas cifras, y aquello está estrechamente relacionado con la celebración. Hay un incremento en el consumo de bebidas alcohólicas, las reuniones familiares se prolongan y las mismas sacan a flote viejos conflictos entre familiares, vecinos y amigos, y ello sumado a los niveles de intolerancia que se manejan en el país, desafortunadamente terminan siendo determinantes a la hora de las tragedias.

Más allá de eso, el día de la madre debe ser un día para homenajear siempre a ese ser que sería capaz de entregar su propia vida por la de uno. A quien antepone su tranquilidad para que sus hijos sean felices, a quien en muchas ocasiones prefirió dejar de comer, para que su descendencia lo hiciera. Son tantas cosas que uno podría decir sobre el papel de las madres en la sociedad, que no alcanzarían las palabras para calificar, elogiar y admirar.

Hoy cuando las calles se llenan de venta de rosas y flores de todo tipo, es momento propicio para recordar una de las muchas frases que dijo el Papa Francisco sobre las madres: “Las madres siempre saben testimoniar incluso en los peores momentos, la ternura, la dedicación, la fuerza moral”. Aquello podría entenderse de dos formas. La primera es que una madre entiende que los momentos difíciles no pasan en la vida de las personas para castigarlas, sino para aprender de ellos. Y el segundo, en el entendido en que una madre siempre ve algo bueno en lo mucho malo. Por ello es tan vital escucharlas, entenderlas, respetarlas, y cuidarlas, porque son un faro de fe aun en los momentos de desesperanza.

Ojalá todos tuviéramos la posibilidad de ser la mitad de buenas personas como lo son nuestras propias madres. Tal vez no existirían las injusticias, ni los desamores. Mucho menos existiría la violencia y ningún ser humano en el mundo se acostaría sin comer así fuera el más pequeño de los alimentos. No habría lugar para los odios, ni para las malas pasiones, ni tampoco para las depresiones que tanto afectan al mundo en el tiempo en el que vivimos. Una sonrisa maternal que todos y todas tuviéramos por defecto (o mejor aún por gracia divina) solucionaría muchos de los problemas que nos aquejan.

A mi madre, a mi abuela, a mis tías, a mis hermanas, a mi señora, y a todas aquellas personas que son madres: todo mi reconocimiento no solo hoy en este día, sino en todos y cada uno de los días de la vida. Gracias por enseñar, gracias por sacrificarse por sus hijos y por la sociedad. Su papel no tiene comparación alguna.