Pactos políticos de hipocresía, así se degenera la democracia

En el país se están viviendo situaciones difíciles que aumentan el negativismo y desesperanza. Casos que generan absoluta impotencia como el de los miembros de la fuerza pública secuestrados por grupos de “guardias campesinas”, la fuerte arremetida de grupos armados copando territorios en diferentes zonas del país, el aumento de hectáreas sembradas en coca y una sensación de inseguridad en las diferentes ciudades. Sumado a ello, cae a tan solo 13% el interés de invertir en el país por parte de inversores internacionales, la más baja cifra de los últimos 20 años. Más de medio millón de compatriotas salieron a destinos distintos en Norte América y Europa para no volver, situación no vista desde la cruenta época de la famosa zona de distensión de 1999 a 2001 e incluso ahora en mayor proporción.
Una inflación disparada con un costo de vida insostenible en especial para las clases menos favorecidas y un índice de desempleo que no baja de los dos dígitos, por solo mencionar algunos de los motivos que están propiciando esa actitud pesimista que se alberga en el usual espíritu alegre de nuestros connacionales.
Muy a pesar de este panorama sombrío, el contraste de las acciones de nuestra clase política es patética, de espalda al país y sus problemáticas, más enfocada en lograr acuerdos programáticos de cara a las elecciones regionales. Como dice y reza el conocido refrán: “la política es dinámica y cambiante”, o, mejor dicho, el arte de la acomodación en acción.
Varios partidos o grupos políticos por no decir que la mayoría, apostaron a candidaturas como había sido tradicional en las últimas dos décadas, pero tan pronto los resultados electorales mostraron como ganador al actual presidente, no tardaron en acercarse para llegar a acuerdos políticos con el gobernante muy a pesar de que los principios de sus partidos sus tesis e ideologías fueran diametralmente opuestas y que además, en el desarrollo de la contienda electoral, criticaron con vehemencia al candidato a la postre ganador. Actualmente hacen parte del gobierno evidenciando la incoherencia de una clase política que es solo afín a sus intereses.
En diferentes regiones del país se vienen cocinando todo tipo de alianzas. Partidos y candidatos a distintos cargos de elección popular andan desesperados buscando apoyos en todas las casas políticas sin importar lo diametralmente opuestas que estas sean una de la otra con el único propósito de satisfacer intereses electorales. ¿Qué une a partidos como Pacto Histórico con Centro Democrático en principios, maneras de efectuar la política y pensamiento ideológico?, sin lugar a duda muy poco, por no decir que nada. Sin embargo, existen candidatos buscando lograr ambos respaldos cuando en concepción y en la práctica son la mezcla del agua y el aceite.
Ese metaverso de alianzas deja mucho que desear de nuestra clase dirigente, solo muestra alianzas oportunistas en beneficio del candidato que las busca pero que al corto y mediano plazo hacen perder la confianza a los electores en sus gobernantes cuya credibilidad es cada vez menor, de ahí fenómenos electorales como Rodolfo Hernández en la carrera para la Presidencia de la República: más que un voto por él, era uno de rechazo ante la clase política y sus prácticas sobre las cuales la población, ya en lenguaje coloquial, “no come cuento y está mamada”.
Dura labor las de los candidatos a corporaciones públicas (gobernaciones y alcaldías) de cara al próximo mes de octubre para mostrarse coherentes con sus principios políticos, ideológicos y de vida. Lo más importante radica en que los próximos gobernantes puedan satisfacer las enormes necesidades tangibles que no dan espera. Amanecerá y veremos cómo se acomodan pesos y contrapesos políticos.