El nuevo aeropuerto del Tolima: ¿Seremos capaces de volar con él?

El Tolima ha vivido décadas con una deuda pendiente en conectividad aérea. La dificultad de desplazarse hacia y desde Bogotá, el peso de las vías congestionadas y la ausencia de rutas directas que faciliten negocios y turismo han limitado la competitividad de la región. Hoy, esa situación empieza a cambiar con la modernización del aeropuerto Santiago Vila de Flandes, un proyecto que registra un 68 % de avance, con una inversión superior a 53 mil millones de pesos, y cuya entrega está prevista para finales de 2025.
La ampliación de su pista y la modernización de sus instalaciones permitirán recibir aeronaves con capacidad para hasta 72 pasajeros, además de abrir la posibilidad de transportar carga en volúmenes más significativos. En la práctica, esto significa que municipios como Flandes, Melgar, Girardot e Ibagué no solo estarán más conectados entre sí y con Bogotá, sino también con otros destinos estratégicos del país. La puerta se abre, pero la pregunta que queda es si estaremos listos para aprovecharla.
Más allá de las cifras y los ladrillos, este proyecto plantea una pregunta esencial: ¿estamos preparados para aprovecharlo al máximo? Una pista renovada no garantiza automáticamente más turismo, más negocios o más inversión. Eso dependerá de la visión y articulación de todos los actores del territorio.
Para los empresarios y emprendedores, este aeropuerto puede ser la herramienta que facilite la llegada de insumos, el envío de productos de valor agregado, o la llegada de clientes y socios estratégicos. Los sectores agrícola, textil, turístico y de servicios profesionales tienen aquí una oportunidad de oro para abrir nuevos mercados y fortalecer cadenas de valor. Pero para lograrlo, es indispensable trabajar en logística, empaques, certificaciones y experiencias de servicio que garanticen continuidad y confiabilidad.
Para las instituciones públicas y privadas, la tarea es pensar más allá de la obra y en cómo rodearla de una agenda de competitividad regional. El aeropuerto puede ser punto de partida de un plan de turismo integrado que conecte rutas culturales, gastronómicas, deportivas y de naturaleza, o un nodo logístico que articule carga terrestre y aérea con eficiencia.
Y para la ciudadanía, el reto es asumir este logro como un símbolo de confianza en lo propio. No se trata solo de esperar visitantes, sino de prepararnos para recibirlos con actitud de servicio, calidad en lo que ofrecemos y orgullo por lo que somos.
La reactivación del aeropuerto Santiago Vila no debe quedarse en un titular de prensa o en la expectativa de un vuelo inaugural. Es la oportunidad para preguntarnos si tenemos la mentalidad, la preparación y la articulación necesaria para volar más alto como región.
¿Estamos listos, como empresarios, instituciones y ciudadanos, para convertir esta obra en el motor que eleve al Tolima hacia nuevos destinos de competitividad y desarrollo?