En una operación conjunta, la Seccional de Investigación Criminal y el grupo contra el crimen organizado lograron desarticular dos grupos delincuenciales cuyo principal enfoque era el tráfico local de drogas en la zona, lo que desencadenaba una serie de delitos adicionales.

Primera operación:

En una acción dirigida al tráfico local de estupefacientes, se llevaron a cabo capturas en los barrios Guayabal y Santa Mónica de Medellín. Cuatro personas fueron detenidas en flagrancia por los delitos de fabricación, porte y tráfico de drogas.

Gracias a las pruebas recolectadas por los investigadores, se realizaron cinco allanamientos en los mencionados barrios, donde se incautaron 13 libras de marihuana y 581 cigarrillos dosificados para su comercialización en Medellín e Itagüí.

Entre los capturados se encuentran tres hombres y una mujer, conocidos como "el viejo", "la flaca" y "juanfe", quienes formaban parte de un grupo delincuencial con influencia en los límites entre Medellín e Itagüí. Destaca la detención de "santi", coordinador de esta estructura, encargado del almacenamiento, dosificación y distribución de drogas.

Se estima que este grupo criminal generaba ingresos mensuales superiores a los 150 millones de pesos a través de la venta de estupefacientes. Las personas detenidas fueron presentadas ante la Fiscalía General de la Nación junto con la droga decomisada.

Segunda operación:

La segunda operación tuvo lugar en el barrio Robledo, donde se desmanteló una estructura delincuencial activa en esa comuna. Mediante siete allanamientos, se ejecutaron cinco órdenes de captura y una notificación en centro carcelario por el delito de concierto para delinquir.

Durante los registros, se confiscaron los siguientes elementos: 2 armas de fuego de menor letalidad, 19 cartuchos de 9 mm, 28 cartuchos de 22 mm, 100 cigarrillos de marihuana, 73 dosis de clorhidrato de cocaína, 250 gramos de marihuana exótica y 100 gramos de marihuana en polvo.

Entre los capturados destaca "barbas", coordinador financiero de la organización, encargado de recolectar el dinero proveniente de las diferentes zonas donde operaba la banda. Además del tráfico de drogas, este grupo se dedicaba al cobro de extorsiones a establecimientos comerciales.

Se estima que, a través de sus actividades criminales, incluyendo el desplazamiento forzado, esta organización podía generar una renta mensual de 700 millones de pesos.