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¿Por qué la izquierda se está quedando sola y los jóvenes ya no le creen?

En América Latina y especialmente en Colombia, la juventud ha empezado a dar un mensaje claro “la izquierda ya no los representa”.
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Alejandro Rozo
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Suministrada
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13 Jul 2025 - 7:37 COT por Alejandro Rozo

El último estudio realizado por la Fundación Friedrich-Ebert-Stiftung (FES), llamado “Juventudes: asignatura pendiente”, deja cifras que golpean con fuerza el discurso del cambio que por años ha pregonado la izquierda en el continente.

Según esta encuesta, aplicada a más de 22.000 jóvenes en 14 países entre ellos 2.004 participantes en Colombia, el 58 % de los jóvenes colombianos se identifica con el centro político, un 26 % con la derecha y solo un 16 % con la izquierda. En un país donde actualmente gobierna un presidente de izquierda como Gustavo Petro, este dato es una cachetada a las expectativas que se habían depositado en esa corriente.

Pero el descontento no se queda en la ideología. El estudio también revela que el 60 % de los jóvenes desconfía de los partidos políticos y que el 49 % desconfía de la Presidencia y su gabinete. En contraste, las instituciones con mayor credibilidad entre los jóvenes son las universidades (37 %) y las Fuerzas Armadas (21 %). Ni siquiera los llamados “influencers” logran inspirar confianza, solo el 2 % de los jóvenes cree en ellos.

La frustración es profunda. Aunque el 69 % de los encuestados creen que la democracia es mejor que cualquier otro sistema, un 27 % estaría dispuesto a aceptar un gobierno autoritario en ciertas circunstancias. Y lo más grave, un 31 % dice que le da igual si el gobierno es democrático o militar. Esta no es una juventud extremista, sino una juventud decepcionada, cansada de promesas vacías, discursos populistas y políticas que no les han mejorado la vida.

Lo que está ocurriendo en Colombia no es un fenómeno aislado. Es el reflejo de una generación que ha visto el fracaso de los gobiernos de izquierda en América Latina, especialmente en países como Venezuela. Allá, millones de jóvenes crecieron creyendo en el proyecto chavista. Hoy, deambulan por las calles de América Latina como migrantes, sin oportunidades, sin patria y sin futuro. Esa tragedia no ha pasado desapercibida para la juventud colombiana, que cada vez se distancia más de los extremos ideológicos. Es puro sentido de supervivencia, un espejo real que intimida y que por simple lógica deja entrever la catástrofe que ha causado en la juventud venezolana este nefasto experimento de la izquierda latinoamericana del siglo XXI.

Incluso estructuras como el Partido Comunista Clandestino Colombiano (PC3) en Colombia han intentado durante años influir ideológicamente en sectores como FECODE, el sindicato de maestros, con el propósito de adoctrinar a niños y jóvenes desde la educación pública. Pero el plan no funcionó, los jóvenes no se dejaron manipular, no son tontos, no viven en el siglo XX, se informan, comparan, viajan, opinan y votan. Hoy eligen el centro como su espacio natural, un lugar donde no manda el odio, sino la sensatez.

Los datos también muestran que el 65 % de los jóvenes considera que la pobreza, el desempleo y la falta de acceso a salud y educación son sus principales problemas. Y no es una queja superficial, más del 66 % ha enfrentado problemas de salud mental, y en el caso de las mujeres entre 18 y 24 años, la cifra llega al 75,4 %. Los jóvenes no quieren discursos, quieren soluciones. Y si no las encuentran, 6 de cada 10 jóvenes estarían dispuestos a emigrar del país.

La realidad de la juventud demuestra que no es apática. El 58 % cree que votar puede transformar la realidad. Solo que ya no se moviliza en marchas con banderas rojas, ahora lo hacen en redes sociales, con boicots éticos, dejando de consumir marcas por razones políticas, firmando peticiones, o uniéndose a causas ambientales, feministas, animalistas o sociales.

La izquierda perdió la conexión, pero no por esto la derecha debe confundirse OJO, el voto joven no es suyo por defecto como algunos lo creerían. El voto joven de hoy es un voto exigente, crítico y sin ataduras ideológicas. El centro político aparece hoy como la opción con mayor futuro. Un centro que no se quede tibio, por el contrario, un centro que sea capaz de construir acuerdos en un país consumido por nuevas formas de violencia, grupos al margen de la ley, narcotráfico y polarización ideológica.

Colombia no necesita una mini Guerra Fría entre izquierda y derecha. Lo que necesita es sensatez, visión de país y una nueva forma de hacer política. Si algo está totalmente claro, es que la juventud ya tomó una decisión, no quiere seguir viviendo en el pasado. La izquierda se está quedando sola, repitiendo su mismo discurso de hace 50 años.

El futuro ya no está en manos de ideologías rancias. Está en manos de una juventud despierta que no necesita que hablen por ella. Habla con sus propias palabras, vota con su propia conciencia y exige resultados reales, no cuentos. La izquierda, tal como la conocimos, ya es cosa del pasado. La nueva Colombia que se está gestando necesita menos gritos y más acuerdos. Porque, si algo nos ha enseñado esta generación, es que la esperanza no se grita, la esperanza se construye