Petro sigue siendo Petro
Muchos celebramos la actitud de Gustavo Petro una vez fue elegido presidente de la República; asumió una postura conciliadora, convocando a todos aquellos que no votaron por él para hacer un gran pacto de unidad entorno al futuro del país, incluso, se sentó con Alvaro Uribe, su eterno contradictor.
Sin embargo, esa disposición sólo duro nueve meses, pues ahora, volvió a relucir el Petro de antaño, al que no le gusta que le lleven la contraria, al agitador e impositivo; por esa razón sacó de su gabinete a quien fue su Ministro de Educación por atreverse a hablar sobre las fallas de la polémica reforma a la salud. Misma reforma, por la que hoy rompió la coalición con el partido Conservador, de la U y Liberales, sacando sus cuotas dentro del gobierno y declarándole, según sus palabras, la guerra al Congreso.
Como consecuencia de lo anterior, el presidente Petro, olvidando que es el primer mandatario de los colombianos, volvió a ser el Petro de siempre, estigmatizando y descalificando a todo el que esté en su contra; lo hace con los medios de comunicación, con la clase política, lanzando frases demagógicas como: “no apoyar las reformas es un golpe a la democracia” o que si no se vota por los artículos de la expropiación de tierras incluidos en el plan de desarrollo es “devolvernos al pasado, a la época de los latifundistas o los paramilitares”, o la mas reciente, “el subsidio de la gasolina solo beneficia a los que tienen Toyota” o la arremetida que hizo en contra del gerente electo de la Federación de Cafeteros por haber hecho unos trinos criticándolo. Mejor dicho, sino están conmigo, están de lado del mal.
Además, él y los miembros de su gobierno, tienen un argumento escaso y pobre, con el que quieren justificar sus impulsos y saltos al vacío, al decir que por ellos votaron once millones de Colombianos y por lo tanto son la voz del pueblo. Olvidan, que solo ganaron las elecciones por setecientos mil votos, que los congresistas también fueron elegidos de forma democrática y están legitimados para ejercer el derecho a la contradicción y representar los intereses de quienes votaron por ellos.
Petro volvió a ser Petro, el autoritario, el caprichoso, el demagogo, el populista, el que quiere imponer su voluntad por encima de todo y de todos, el que cree tener la verdad revelada de las cosas y siempre tener la razón, el que cree que si no se está de acuerdo con él, se está contra él. El gobierno está en crisis, la popularidad del presidente es cada vez menor y en su desespero, el Presidente decidió sacar a flote lo peor de un gobernante o tal vez, volvió a ser el mismo, Petro sigue siendo Petro.