¿Se tiene que Reformar el Congreso?

Una de las instituciones del Estado con mayor desprestigio, poca credibilidad y desconfianza entre los colombianos es el Congreso de las República. De hecho, en la última encuesta de Cultura Política realizada en el año 2020, tan solo el 16% de los ciudadanos confía en el congreso y en los partidos políticos.
El Congreso, está conformado por 280 congresistas en total; en el Senado de la República cuenta con 108 representantes de los cuales 100 son senadores son elegidos por circunscripción nacional, 2 curules por circunscripción especial para los indígenas, 5 curules para el partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) y una curul para el 2do candidato(a) presidencial con mayor número de votos (como consecuencia del estatuto de oposición implementado por primera vez en este periodo 2018-2022) que le corresponde a Gustavo Petro.
La Cámara de Representantes cuenta con 172 representantes de los cuales: 161 representantes son elegidos por circunscripción territorial. Hay 33 circunscripciones territoriales: que corresponden a los 32 departamentos del país y al Distrito Capital. A cada circunscripción territorial le corresponden dos representantes, y uno más por cada 365.000 habitantes. Más 2 curules por circunscripción especial Afro, 1 curul por circunscripción especial para los Indígenas, 1 curul para los colombianos residentes en el exterior (se les redujo 1 curul para el periodo 2018-2022), 1curul por circunscripción especial Raizal (esta curul es nueva, sin embargo actualmente nadie la ocupa por falta de reglamentación de la ley que la creó), 5 curules para el partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) y una curul para el 2do candidato(a) vicepresidencial con mayor número de votos (como consecuencia del estatuto de oposición, implementado por primera vez en este periodo 2018-2022) que le corresponde a Ángela María Robledo.
Más allá de los cuestionamientos por los privilegios que ostentan, que desde luego tendrán que revaluarse porque resultan siendo pagados por todos nosotros; el real desprestigio lo origina que por años, los grandes debates que se han hecho en el país, en donde se ha necesitado la defensa de los interés colectivos, los congresistas no han estado.
El tan mencionado equilibrio de poderes, en el que la rama legislativa del poder público debe ser un contrapeso de la rama ejecutiva, no se ha dado. En muchas situaciones, el Congreso de la República parece una dependencia mas del gobierno y no la institución encargada de hacer un control político que se traduzca en leyes que reduzcan la desigualdad y promuevan el desarrollo a favor de la gente. Tanto así, que si no hubiese existido el malestar generalizado que produjo el proyecto de la reforma tributaria, muy seguramente habría sido aprobado por el congreso sin que se le hubieran modificado una coma.
Por lo tanto, el congreso debe reformarse, no solo en el número de curules que lo componen, sino en la forma en la que se llega a él; priorizando la participación de jóvenes y mujeres que realmente tengan una representación popular que nazca de los territorios y que vaya acorde con la renovación que tanto aclama el país.