Pasar al contenido principal
Econoticias y Eventos
Opinión
COMPARTIR
Se ha copiado el vínculo

El problema de la seguridad

La inseguridad está de moda. Es un grave problema que se viene presentando desde hace tiempo, pero que la pandemia agudizó a lo largo y ancho del país. Por: José Adriana Monroy.
Imagen
Crédito
Suministrada
25 Feb 2021 - 8:44 COT por Ecos del Combeima

Las ciudades principales registran diariamente diferentes modalidades de robo, ¿y lo peor?, es que los delincuentes cada vez son más violentos a la hora de cometer sus fechorías, utilizando armas de fuego para infundir más miedo y terror en sus víctimas. 

Expertos en seguridad concluyen: que La pandemia nos puso una situación diferencial en seguridad porque durante más de tres meses estuvimos confinados y claramente los delincuentes también lo estuvieron, por consiguiente están alborotados. Ahora bien, la pasividad de la fuerza pública ante estos casos ha producido que la misma ciudadanía mediante acciones de hecho, trate de hacer justicia; es la razón por la cual, también es recurrente ver como los ladrones resultan expuestos, siendo insultados, golpeados e incluso,  para avergonzarlos aún más, los desnudan delante de todos.

Estos actos evidencian el cansancio que tenemos los colombianos por cuenta de la constante inseguridad que pulula en las calles, centro comerciales, conjuntos residenciales, al andar en moto o carro, pues ya no hay lugares vedados para los ladrones. Desde luego, todo lo anterior hace que se desconfíe de las autoridades y en el aparato judicial del país, porque cuando se denuncia, si es que se hace, los asaltantes salen libres a los pocos días.

Entonces,  la explicación de fondo es que la pandemia, mientras estuvimos confinados, sirvió para que bajaran las cifras de delincuencia en las ciudades, sin embargo, la difícil situación económica por la que se atraviesa a raíz de la misma pandemia, incide en la proliferación de ladrones que a como de lugar, pretenden conseguir lo que dejaron de percibir. Además, no se puede esconder que en Colombia es rentable delinquir. Según el observatorio de seguridad de Bogotá, un ladrón trabajando de lunes a viernes puede ganar más de dos millones de pesos, por lo tanto, para algunos tiene más provecho económico, delinquir que estar en la legalidad.

Adicionalmente, expertos creen que en la Policía se está presentando un problema por la salida masiva de uniformados al cumplir 20 años de servicio y que desde allí las incorporaciones no han logrado equiparar el número de hombres que se necesitan.

Finalmente, la percepción de seguridad en el país va en declive, las víctimas se hacen más visibles gracias a las redes y con ellas la angustia de lo que está pasando. Hago un llamado respetuoso para que la fuerza pública para que le preste mayor atención a este problema de inseguridad y que con contundencia, enfrenten a estos hampones que le quitan La Paz a la sociedad.

También te puede interesar estas columnas

Me pregunto: ¿qué haríamos los colombianos si un presidente extranjero se parara en la Plaza de Bolívar a llamar a nuestra Fuerza Pública a desobedecer?

Si la energía solar ya es una realidad en Ibagué y el Tolima, ¿qué vamos a hacer —cada uno desde su rol— para que esa luz también “alumbre” empleo calificado, proveedores locales fuertes y ahorro medible en nuestra ciudad?

La reciente decisión del gobierno de los Estados Unidos de retirar la visa al presidente Gustavo Petro marca un punto de inflexión en la relación bilateral más importante de Colombia.

Siempre será importante una visita presidencial a los territorios, y ahora más que la realiza al corazón del país.

Ibagué no puede resignarse a ser una ciudad que acumula deudas mientras se esperan soluciones que nunca llegan. La comunidad tiene el derecho y el deber de exigir transparencia, ejecución real y resultados verificables antes de que se apruebe un peso más en créditos.

Este tipo de reconocimientos y mediciones deben generar en quienes allí aparecen como “los mejores” mayor compromiso, mayor fuerza de trabajo y mayor humildad, porque cuando la humildad se pierde, el funcionario público deja de “funcionar” para servirse a sí mismo, olvidando incluso las promesas de campaña, y los besos y los abrazos dados en cuanto evento público aparecía.

¿Por qué se van los jóvenes? Me lo han dicho en gran parte de la ruralidad del Tolima: “Amigo, en el campo toca trabajar de sol a sol para apenas sobrevivir, y en la ciudad al menos hay WiFi”.

¡Lo volvió a hacer! El representante a la Cámara, Gerardo Yepes hace méritos para obtener el título de indisciplinado del año al interior del partido Conservador.

¿Cómo es posible que, a pesar de contar con presupuestos, políticas y documentos que advierten sobre la importancia de tomar medidas, aún no tengamos campañas bien estructuradas para reducir el consumo de agua?

Hemos sido engañados, por altos estamentos nacionales quienes desconocen y pretenden minimizar las grandes falencias de este “antisistema de salud” fundamentado sobre la intermediación financiera.