Para cerrar el año, entre barro, lágrimas… pero con muchas sonrisas
Para cerrar el año, entre barro, lágrimas… pero con muchas sonrisas
Arrancan las campañas legislativas en Colombia y, aunque este no es un espacio para hacer política barata ni discursos de tarima, sí es un buen momento para mirar atrás. Dicen que uno no debe hacer balances en caliente, pero como esta es mi última columna del año —y el calendario no perdona— vale la pena preguntarnos con franqueza: ¿Cómo le fue al Tolima y al agro colombiano en este 2025?
La respuesta corta es sencilla: no fue un año fácil. Pero, seamos honestos… ¿Cuándo lo ha sido para el campo?
Si tuviera que resumir este año a nivel nacional, diría que fue como un buen sancocho campesino: tuvo de todo. Arrancamos con sequías que partían la tierra en dos. Volvimos a ver a Natagaima y Coyaima pidiendo auxilio para sus ganaderos, y la ayuda —hay que decirlo— fue poca o llegó tarde. Y no me voy a poner a señalar con el dedo quién ayudó y quién no, porque sé que después aparecen los defensores de oficio a escribir mensajes no tan cariñosos. Igual, eso también significa que la columna se lee, y eso siempre se agradece. Luego vinieron las lluvias, sin pedir permiso, como siempre. Lluvias que dañaron cultivos, caminos y sueños, y que el campesino volvió a sortear como ha aprendido a hacerlo toda la vida: con paciencia y terquedad. Y cerramos el año con precios que suben y bajan más rápido que el ánimo del productor cuando revisa el celular. El clima volvió a dejar claro que ya no avisa, y que sembrar hoy sigue siendo una apuesta valiente.
En nuestro amado Tolima, el arroz volvió a ser protagonista. Menos hectáreas sembradas, costos altos, precios que no siempre acompañaron y, para rematar, un par de paros que nos pusieron en los titulares nacionales por varias semanas. Quedará pendiente —y ojalá se haga— revisar con lupa si todos los actores de la cadena cumplieron su parte. Ese será un buen tema para el 2026.
El café, nuestro consentido, resistió mejor gracias a los especiales y a productores juiciosos que entendieron que hoy la calidad vale más que la cantidad. La panela empezó a levantar cabeza, el cacao sigue enamorando, el aguacate creció, la piscicultura se sostuvo firme y la ganadería —contra todo pronóstico— sigue siendo la alcancía de miles de familias rurales.
A nivel nacional, hubo mucho discurso y resultados… moderados. Se habló bastante de reforma agraria, soberanía alimentaria y revolución agropecuaria. Algunas cosas avanzaron, otras se quedaron en PowerPoint y varias siguen “en construcción”, que en lenguaje político quiere decir: estamos revisando. Mientras tanto, el productor siguió produciendo, sin esperar decretos ni anuncios.
Pero no todo fue queja, y eso también hay que decirlo. En el Tolima pasaron cosas buenas. Vimos ferias nuevas, como la panelera en Palocabildo y la arrocera en Ibagué. Se empezó a hablar más de agroturismo, de mercadeo, de mostrar lo que somos. Y vimos brillar la Cafetera en su tercera versión en el municipio de Líbano. Poco a poco entendimos que el campo no solo produce alimentos; también produce historias, identidad y oportunidades.
Este año confirmé algo que siempre he creído: el campo no se rinde.
El campesino no vive del discurso; vive de la terquedad. De levantarse temprano, de volver a sembrar después de perder, de insistir cuando todos dicen que no. Eso —créame— no lo enseña ninguna política pública.
¿Quedan retos? Muchos. Vías terciarias, crédito real, asistencia técnica, precios justos, seguros agropecuarios, jóvenes rurales y, ojalá, menos carreta. Pero también queda algo más importante: las ganas. Y mientras haya ganas en el campo, hay esperanza.
Cierro este año agradeciendo a los productores del Tolima y de Colombia, esos que sin micrófonos ni aplausos sostienen este país todos los días. Ojalá el 2026 nos encuentre con menos promesas y más hechos, menos discurso y más campo funcionando.
Porque si algo nos dejó claro este año es que el agro no necesita que lo salven…
necesita que no lo estorben.
Feliz fin de año, y que el próximo nos agarre sembrando mejor.