Deportes Tolima, eterno subcampeón
Han pasado algunos días y la tristeza por una nueva final perdida para el Deportes Tolima se ha ido desvaneciendo poco a poco. El duelo para los hinchas cada vez es más llevadero y, aunque suene mal decirlo, pareciera que nos acostumbramos a perder y a ser eternos subcampeones.
Mal haríamos en desconocer que el Tolima fue el mejor equipo a lo largo del año, así como lo ha sido en muchas ocasiones, pero lamentablemente llegar a la final y perderla se nos volvió paisaje. Con la última derrota ante Junior, el Tolima encajó cuatro finales perdidas en su estadio, igualando además una penosa estadística de Independiente Medellín, el equipo que más veces ha perdido finales de liga.
Existe una amplia variedad de factores que permiten pensar que el fracaso del Tolima tiene que ver principalmente con la falta de jerarquía y disciplina, más que con la inexperiencia, pues el equipo ha sido un protagonista infaltable de las finales del fútbol colombiano en las últimas dos décadas. Es muy difícil pensar que el equipo pijao juegue muy bien a lo largo del año, pero que al llegar a la final lo invadan el nerviosismo, la falta de sabiduría, la concentración y la inteligencia emocional. Desafortunadamente eso pasa, y sucede porque, como ya es tan frecuente llegar a finales, no se dimensiona que las finales no solo se juegan, sino que se ganan.
Al técnico Lucas González no hay nada que reprocharle. Lleva seis meses y en ese tiempo pareciera haber encontrado un estilo de juego ordenado. Seguramente, si el proceso se respeta, seguirá destacando con el equipo. A César Camargo hay que decirle que celebramos que, poco a poco, el Tolima haya venido incluyendo jugadores de la tierra en su nómina, pues ese era un reclamo que le habíamos hecho a don Gabriel hace años. No obstante, también es necesario pedirle que piense en jugadores y goleadores con experiencia. No podemos seguir siendo solo cantera o cuna de grandes talentos, ni improvisar extranjeros como si se tratara de un equipo de segunda división o de categorías formativas.
Hoy el Tolima, como lo ha venido llamando el narrador Eduardo Luis López, tiene todo para ser un nuevo grande: una magnífica sede, un manejo administrativo sólido y rentable, y excelentes relaciones comerciales. Sin embargo, sigue faltando ese “poquito”, algo así como un ADN ganador tan característico de jugadores de otras partes del mundo.
A Junior Hernández, Gonzalo Lencina, Juan Pablo Nieto y Marlon Torres, muchas gracias por lo que hicieron, pero pareciera que su ciclo aquí se ha cumplido. A los que se queden: no pueden seguir pensando en jugar torneos solo por el sueldo y el ego. Hay que jugar para ganar y para dejar huella, como ha sucedido con muchos otros en el equipo.
No quisiera echarle más sal a la herida, pero en tiempos de redes sociales todo se sabe. Parte de la hinchada tolimense se quejó días antes del partido de vuelta con Junior de que varios jugadores fueron vistos en actividades ajenas a lo deportivo. Esas cosas no pueden pasar, y menos cuando había un resultado adverso que pudo haberse remontado, como en las grandes finales del mundo.
Seguiremos apoyando al Tolima, especialmente en una nueva aventura en Copa Libertadores, eso no tiene por qué cambiar tras una nueva derrota. Pero si desde el manejo del club no se trabaja la parte mental de los jugadores, nos seguirá costando mucho volver a ganar una estrella, pues desafortunadamente el formato del torneo poco favorece al Tolima en comparación con los desempeños que suele tener anualmente.