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El ciclo de la violencia debe parar

No es momento de pensar en seguir alimentando los discursos de odio como los que por momentos se proponen Vicky Dávila, Abelardo de la Espriella, e incluso el mismo Daniel Quintero, quien ha dejado ver lo peor de sí, recientemente. Es momento de pensar en recomponer desde la decencia, la academia, los gremios económicos, las comunidades e incluso la diferencia.
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Ecos del Combeima
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17 Ago 2025 - 7:16 COT por Juan Manuel Díaz Borja

Ha muerto el senador Miguel Uribe Turbay luego de dos meses de agonía para su familia y sus fervientes seguidores. Con su asesinato ha vuelto a ser visible el espiral de violencia política en Colombia que hace más de 30 años acabó con la vida de su mamá Diana Turbay cuando él tan solo era un niño, y de candidatos presidenciales como Carlos Pizarro, Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo, y Jaime Pardo Leal.  Y digo —ha vuelto a ser visible— porque en los últimos años, los violentos han cegado la vida de cientos de líderes sociales simplemente por pensar y hacer diferente, y en muchas ocasiones, pareciera que esas vidas no son importantes o valen menos que las otras.

Pese a que el partido Centro Democrático al momento del atentado en contra del senador no había definido su candidato con miras a la elección presidencial, hay quienes afirman que, con el asesinato de Miguel, un hombre joven, estudiado, y algo polémico en sus manifestaciones; mataron a quien iba a ser el próximo presidente de Colombia, y en ello constituyen la gravedad de lo sucedido, incluso al punto de querer que se declare un magnicidio. Sin embargo, y aunque el senador Uribe Turbay recogía en su totalidad las ideas del expresidente Uribe, y contaba con su respaldo y aprecio, otro era el panorama político en ese momento; Sergio Fajardo, Claudia López y precandidatos “outsiders” como Vicky Dávila lideraban la intención de voto en las encuestas hechas hasta el momento, y el senador Uribe Turbay, solo subió en las encuestas cuando fue víctima del atentado, generando incluso que algunos insensibles se atrevieran a calificar lo sucedido como un “autoatentado” para aumentar la popularidad.

A hoy pareciera demasiado crudo hacer un análisis desde el punto de vista político en el país, luego del asesinato del senador, que antes de ser político, de derecha, uribista, y todas las arandelas que pudieran ponerle los miserables en las redes sociales para celebrar su muerte; era hijo, padre, hermano, esposo, y una víctima directa de la violencia en Colombia. Sin embargo, el ambiente tensionante del país, que se vive en gran parte por los desaciertos del presidente Petro y por el repudiable atentado en contra del senador, obliga a pensar en la recomposición de las cartas para elegir el próximo habitante de la Casa de Nariño. El mismo viernes, el expresidente Uribe publicó una foto de su encuentro con el exministro Juan Carlos Pinzón, de quien dicen fue el elegido por la familia de Uribe Turbay para “recoger las banderas” y entrar en la puja como precandidato, ante la mirada atónita de las precandidatas Cabal, Valencia y Holguín, quienes hace varios años vienen haciendo fila.

El descontento generalizado con el gobierno Petro, el recrudecimiento de la violencia en el país, y la crisis diplomática e institucional que ha dejado el supuesto gobierno del cambio, sin ninguna duda le da ventaja a esa derecha que ha gobernado durante años, y que los colombianos rechazaron en la elección pasada, eligiendo a un exguerrillero como presidente. Luego entonces en esa polarización que, en lugar de detenerse, pareciera exacerbarse con mayor amplitud, va a tener mucho sentido ver personas como Fajardo, Claudia López o el mismo Juan Manuel Galán liderando la contienda, pues no están ni aquí, ni están allá, y durante años han mantenido el discurso de ser de centro, quizás un poco tirados a la derecha, una derecha, que una buena porción del electorado pareciera estar esperando ver regresar.

No es momento de pensar en seguir alimentando los discursos de odio como los que por momentos se proponen Vicky Dávila, Abelardo de la Espriella, e incluso el mismo Daniel Quintero, quien ha dejado ver lo peor de si, recientemente. Es momento de pensar en recomponer desde la decencia, la academia, los gremios económicos, las comunidades, e incluso la diferencia.

Este país no puede seguir repitiendo el ciclo de la violencia que esta semana le tocó vivir al pequeño Alejandro, hijo del senador, ni mucho menos, viendo como el gobierno nacional parece un chiste rodeado de personas con cuestionamientos éticos y sin experiencia alguna para ejercer ministerios y direcciones. ¿Dónde quedó la intención de Petro de que las personas con Doctorado pudieran llegar al Gobierno sin palancas políticas? ¿Cuántos Doctores tiene el gabinete ministerial?