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La magia del café brilló en el Líbano

La feria cumplió las expectativas de los tolimenses y se consolidó como una vitrina al mundo, mostrando un producto que sintetiza lo mejor de nuestra identidad: el café.
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Suejto
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Suministrado
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16 Ago 2025 - 11:59 COT por Omar Julián Valdés Navarro

Cuando se anunció la tercera versión de la Feria Internacional del Café, resultó evidente que elegir al Líbano como sede era un acierto de la gobernadora. Este municipio, que en los últimos años se ha convertido en referente cultural y de desarrollo en el norte del Tolima, aún tenía una deuda pendiente: ser reconocido por su tradición cafetera, pese a ocupar el cuarto lugar en producción dentro del departamento. El pasado 9 y 10 de agosto esa deuda comenzó a saldarse. La feria cumplió las expectativas de los tolimenses y se consolidó como una vitrina al mundo, mostrando un producto que sintetiza lo mejor de nuestra identidad: el café.

Más allá de resaltar las cifras, quiero detenerme en valorar el esfuerzo de todas las personas que hicieron posible el éxito de la feria. Funcionarios de la Gobernación del Tolima y de la Alcaldía de Líbano, desde sus distintas secretarías, trabajaron con dedicación en el montaje del evento. Fue un esfuerzo silencioso, pero decisivo, que permitió ofrecer a los visitantes una feria a la altura de un encuentro internacional. Estoy seguro de que en cada tarea los movió la convicción de dar lo mejor de sí, y ese compromiso se reflejó en el cumplimiento de todas las expectativas que teníamos sobre esta tercera versión de la Feria Internacional del Café.

No puede haber Feria Internacional del Café sin su protagonista: el café mismo. Resultó conmovedor ver reunidos en un solo espacio a productores de todos los rincones del departamento, quienes, pese a la distancia y las dificultades, se esforzaron por mostrar lo mejor de sus tierras. En cada libra de café tostado puesta a la venta se reflejaban meses de dedicación en las fincas, un trabajo silencioso que encontraba en la feria su mejor vitrina. A la par, niños y jóvenes que se prepararon durante meses para participar en los concursos de barismo y catación, demostrando que son el futuro de nuestra caficultura y que el relevo generacional ya está en marcha.

Dentro de esas historias de esfuerzo y dedicación, sobresale la de Milton Monroy y Jorge Elías Rojas, con quienes tuve la fortuna de viajar a España y participar en una feria internacional de cafés tostados, alcanzando resultados destacados. Hoy, dos años después, sus nombres vuelven a resonar como ganadores en la Feria Internacional del Café, enorgulleciendo a todo el Tolima con su talento y dedicación. No es fácil alcanzar un producto que en subasta supere los 10 dólares por libra, y ellos lograron un precio histórico para el departamento: más de 70 dólares por libra. Ese resultado no es casualidad; es el reflejo de años de ensayo, error y perfeccionamiento, hasta consolidar un proceso que hoy los ubica en lo más alto de la caficultura.

La Feria Internacional del Café en el Líbano no solo fue un espacio para la exhibición de productos, sino también una oportunidad para reafirmar que el Tolima tiene la capacidad de competir en escenarios globales. Cada productor, cada familia y cada joven que participó demostró que la caficultura no es un oficio del pasado, sino una apuesta de futuro que puede transformar territorios, dinamizar economías locales y fortalecer nuestra identidad. El reto ahora es mantener vivo ese impulso, garantizar que estos escenarios no se queden en una fecha en el calendario, sino que se conviertan en una plataforma permanente de crecimiento y orgullo para el departamento.

No me queda más que agradecer a la doctora Beatriz Valencia, alcaldesa del Líbano, y a nuestra gobernadora Adriana Magali Matiz, por liderar y visibilizar, ante propios y visitantes, el maravilloso universo del café. Un producto que por más de un siglo ha sido insignia de Colombia, pero que en distintos momentos ha perdido espacio y reconocimiento. La feria nos recordó que detrás de cada taza hay hombres y mujeres cuya labor merece ser reconocida. Gracias a este encuentro, pudimos ver sus rostros y escuchar las historias que dan vida al fascinante mundo del café.