Río Chipalo volvió a colapsar vivienda en Ibagué: familia denuncia abandono institucional

En el barrio San Antonio de Ibagué, la familia Lache Rojas sigue viviendo con el temor constante de perder su hogar. Han pasado más de cuatro meses desde que la creciente del río Chipalo, el pasado 29 de febrero, arrasó con parte de su vivienda ubicada en la carrera 21 número 56A–20, destruyendo el patio y parte de la estructura trasera. Aunque distintas entidades municipales acudieron al lugar tras la emergencia, incluyendo Cortolima, Gestión del Riesgo y la Alcaldía, la ayuda prometida aún no se ha materializado.
“Vino todo el mundo, dijeron que iban a ayudar, pero aquí no ha pasado absolutamente nada”, relata Marta Rojas, visiblemente angustiada. Junto a su esposo y sus dos hijos, vive a diario con el miedo de que la corriente termine por llevarse lo poco que queda de su casa. “Ni siquiera podemos dormir tranquilos. Se nos meten los ladrones por el hueco que dejó el río. Cualquier ruido nos pone en alerta”, agrega.
Ante la falta de respuestas, la familia intentó por cuenta propia iniciar una obra para reforzar el muro trasero. Sin embargo, durante las labores de construcción, parte de las paredes colapsaron nuevamente, ampliando los daños estructurales. “Queríamos levantar un muro para protegernos, pero todo lo que estaba flojo se vino abajo. Hoy el hueco es más grande”, denuncia Marta.
La afectada asegura que su vivienda está legalmente constituida, que tienen escrituras y pagan impuestos como cualquier otro ciudadano. Sin embargo, sienten que han sido ignorados por las autoridades, a pesar de haber solicitado apoyo reiteradamente. “Lo más grave es que no sabemos qué va a pasar. ¿Van a ayudarnos o vamos a esperar a que el río se lleve la casa completa?”, cuestiona.
Desde Ecos del Combeima visitamos la zona afectada, donde constatamos los daños y el riesgo latente. La familia Rojas insiste en que no busca caridad, sino respuestas claras y acciones efectivas de parte del Gobierno local. Mientras tanto, la amenaza del río y el abandono institucional siguen dejando cicatrices en su día a día.