Sobre el vacío jurídico del transporte de plataformas en Ibagué

El tema del llamado “transporte ilegal” en Ibagué pareciera estar en su momento más tenso. Por un lado, porque en efecto el uso de estos vehículos particulares que prestan el servicio de transporte en plataformas digitales no ha sido reglamentado —y eso es a nivel Colombia— y segundo porque en vista de que aquello no está regulado, las autoridades de tránsito han venido realizando diferentes operativos en la ciudad, a petición de los taxistas, quienes consideran que dichos vehículos están prestando un servicio que no deberían prestar, y realizando una competencia desleal.
Aunque la regulación de plataformas como UBER depende en este caso del Congreso —quien está en deuda de legislar sobre ello— las autoridades municipales han tenido que lidiar con el vacío jurídico y los constantes reclamos del gremio de taxistas, quienes argumentan ver disminuida su clientela a causa de los bajos costos de dichos servicios digitales y las comodidades de brindar un vehículo de mejor gama o de servicio de lujo que supera el del grueso de los taxis.
Lo primero que hay que decir en esta discusión, es que es un error querer negar las transformaciones que ha tenido la prestación del servicio de transporte en el mundo, e incluso oponerse a ello. Además de UBER, plataformas como DIDI, CABIFY, BEAT, INDRIVER entre otras, se han hecho comunes en diferentes países de América Latina y Europa a donde han venido siendo legalizadas, y son las preferidas por cuestiones de seguridad, comodidad y facilidad.
Lo segundo es mencionar, que también es un error generalizar y decir que todos los taxistas del mundo son malas personas o prestan un mal servicio, (pues ese es el principal argumento de quienes defienden los vehículos de plataforma) y aquello no es cierto, ni tampoco es que ello sea propio del oficio de ser taxista o de pertenecer a ese gremio. De hecho, las redes sociales han viralizado múltiples casos en el mundo en el que conductores de vehículos particulares que prestan el servicio de transporte, también han abusado, maltratado y robado a personas, especialmente a mujeres que eligen este medio; así que la generalización y el debate debe ir más allá de esa premisa y ser mucho más amplio.
Es necesario decir a quienes trabajan como conductores de plataforma en Ibagué y que se han manifestado con bloqueos viales en los últimos días, que la problemática de reglamentación de su servicio no depende del secretario de movilidad, ni de la alcaldesa Aranda, ni de nadie en el municipio, sino de la legislación nacional que ha sido reacia para ocuparse de este tema que actualmente emplea a muchas personas, incluso profesionales que no han tenido oportunidades formales, quienes cuando no tienen que trabajar en sus empleos formales, aprovechan para hacer turnos con su vehículo y ganar un dinero extra. Por ello, ni las manifestaciones, ni los bloqueos que se han hecho recientemente tienen sentido alguno, si lo que desean es que se les deje de inmovilizar o de requerir cuando están ejerciendo esa actividad.
También es importante decir, que desde el punto de vista de lo que es formal o no, y sin ánimo de tomar una postura de defensa sobre uno u otro, es claro que es justo el reclamo del gremio de taxistas cuando argumentan que anualmente deben pagar el derecho a operar su vehículo como servicio de transporte, además de las obligaciones normales de tener un vehículo como el impuesto y el SOAT, y es allí cuando se configura la competencia desleal a la que apelan, pues los vehículos particulares no pagan los impuestos que ellos sí.
Lo cierto es que el tema no se va a resolver pronto, pero lo que sí se debe resolver son las diferencias y eventualidades que han incluido agresiones verbales, físicas, de parte y parte, y abuso de autoridad por parte de algunos agentes de tránsito, según denuncias de los mismos conductores. Quien realice esta actividad sin estar normada en el país, debe saber que se expone al control, a los constantes operativos y a las desavenencias que eso implica y eso no debe ser causal de riñas o irrespeto a la autoridad, pero también a que su actividad sea en medio de la ausencia de una reglamentación como con la que sí cuentan los taxistas. Hacer un llamado a la cordura y a la sana convivencia, en una ciudad que pareciera estar cada vez más carente de autoridad y orden, pareciera por ahora lo más urgente.