La espera terminó. Este 8 de mayo, el humo blanco que emergió desde la chimenea de la Capilla Sixtina anunció al mundo una de las decisiones más trascendentales para la Iglesia Católica: la elección del nuevo papa. Fue exactamente a las 6:06 de la tarde en Roma (11:06 a. m. en Colombia) cuando miles de fieles, periodistas y curiosos que observaban atentos la señal desde el Vaticano estallaron en aplausos y emoción.

La elección se dio durante la segunda jornada del cónclave, en lo que parece haber sido el cuarto escrutinio, una cifra que confirma la tendencia de los últimos pontificados: decisiones rápidas en medio de la solemnidad y el hermetismo del Vaticano.

Aunque el nombre del nuevo pontífice aún no se ha revelado oficialmente, se espera que en pocos minutos el protodiácono, el cardenal Dominique Mamberti, aparezca en el balcón principal de la basílica de San Pedro para pronunciar la fórmula en latín: Habemus Papam. Acto seguido, el recién elegido se asomará para saludar al mundo e impartir su primera bendición Urbi et Orbi, a la ciudad y al mundo.

La elección se produce tras el fallecimiento del Papa Francisco el pasado 21 de abril, quien dejó un legado marcado por la cercanía con los más vulnerables, la reforma interna del Vaticano y una voz firme frente a las crisis sociales y ambientales del planeta.

El ambiente en la plaza de San Pedro es de fiesta, oración y expectativa. Fieles de todo el mundo ondean banderas, entonan cánticos y esperan saber quién guiará ahora a los más de 1.300 millones de católicos en el mundo.