Cristina Umaña, una ibaguereña muy internacional

Cristina Umaña fue el más maravilloso regalo de navidad que su mamá pueda recibió el 24 de diciembre de 1974, en la Capital Musical de Colombia. Su infancia la vivió rodeada de su familia en el Barrio La Pola, a los 9 años se trasladó con su familia a Bogotá y a partir de ese momento entró en contacto con el arte a través de la literatura y el teatro, al cumplir la mayoría de edad viajó a México, con la idea clara que quería la mejor de las actrices y se preparó para ello, llegó a una de las escuelas más importantes y de las más difíciles de acceder, el Centro de Educación Artística de Televisa, pero su talento desbordante le dio la posibilidad; pero esta no era la meta única meta por lo que tomó talleres de actuación, de creación de personaje, de teatro de lo absurdo, clown y método Susuki, para existir mejor en el escenario, pero con algo característico, siempre con los mejores, nombres como John Strasberg, Agustín Alezzo, Hernán Gene, Helen Lauren, Miguel Ponce, maestros de maestros. Esta fantástica actriz nos acompañó en #AgendaEntretenimientoYCultura #Econoticias50Años
Cristina inició su carrera en Colombia en la telenovela Oro de RCN, luego llegaron: Cartas a Harrison, Mascarada, en todas se había destacado pero fue la miniserie La mujer del Presidente en el que el papel de Robin, la catapultó logrando el premio TV y Novelas a Mejor Actriz de Reparto y el premio Shock a Actriz Revelación. El protagónico no se hizo esperar, Yo amo a Paquita Gallego de Julio Jimenez un bella historia de amor. De ahí en adelante su participación en producciones nacionales no paró:

Su trayectoria por el teatro y el cine también ha sido brillante, desde 1999 con Malamor y Mira quien te mira hasta Malcriados en 2016 y en teatro con los demonios en el 2000 hasta Carta a una desconocida en el 2006; por ende los premios no se han hecho esperar, un India Catalina, cuatro Tv y Novelas y un Premio Shock, seguramente vendrán muchos más.
Cristina pasa esta pandemia en su apartamento de Bogotá en la grata compañía de su hijo, disfrutando de su espacio y aprovechando un tiempo obligado de aislamiento haciendo cosas que por tanto trabajo no había podido hacer antes.