Pertinente y acertada decisión

Los comerciantes grandes damnificados por el Covid-19, deben entender que de no tomar medidas de regulación social para la tarde y noche del 31 de octubre las consecuencias pueden ser muy graves. Si bien es cierto esta enfermedad, extraña y difícil de combatir, no afecta con rudeza a los menores de edad, sí se convierten los pequeños en vehículos de transmisión del virus.
En las últimas horas las cifras de ocupación en Unidades de Cuidados Intensivos son preocupantes y la ciudad pasa rápidamente de emergencia moderada a alta, lo que es un argumento sólido para la decisión tomada por el alcalde de Ibagué, en decretar toque de queda desde las cuatro de la tarde del 31 de octubre hasta la cuatro de la mañana del primero de noviembre.
Hay que reconocer que, en medio de la reactivación económica en la ciudad, muchos ciudadanos no cumplen con las medidas de seguridad, y asimismo algunos establecimientos comerciales no han adoptado de manera total los protocolos sanitarios pertinentes para evitar contagios, lo que conlleva a más infectados y al aceleramiento del segundo pico de la pandemia que se asoma sin piedad.
La reactivación económica debe llevar una clara armonía con la responsabilidad individual y colectiva, debe ser un propósito de todos para evitar como en España y otros países europeos un nuevo confinamiento, que terminaría por acabar con lo poco que dejó la primera cuarentena en pie. Por ahora se debe celebrar en casa, con el núcleo familiar primario y evitar a toda costa fiestas y reuniones que pueden ser a la postre muy peligrosas.
Este toque de queda puede ser difícil por perder una oportunidad comercial importante, pero también puede salvar la temporada de diciembre, pues de continuar las cifras de contagios y fallecidos en ascenso, los cierres y medidas de circulación y apertura del comercio podrían endurecerse nuevamente.
Andrés Currea Hernández
Comunicador Social
Periodista
Especialista en Educación Cultura y Política.