La pauta del silencio

Por estos días en un programa radial dos periodistas “graduados” hacían el análisis de quiénes eran verdaderamente profesionales de la información en el estricto sentido de la palabra, como para hacerse acreedores a la asignación de pauta publicitaria oficial. La discusión se dio porque un grupo de personas en su mayoría no graduados, pero que dentro del libre ejercicio del periodismo tienen espacios arrendados y complementan con magazines, franjas noticiosas y musicales, la programación de algunas estaciones de radiodifusión sonora, otras con emisoras virtuales, boletines impresos y portales noticiosos, por medio de un memorial pedían al gobernador Ricardo Orozco se les incluyera en el plan de medios de pauta publicitaria que se gestionó a través de un tercero, porque de alguna manera estaban siendo discriminados y olvidados justo en una coyuntura como la que se vive en estos momentos por cuenta del covid-19.
Hay revuelo, porque mientras unos elevan peticiones, otros hacen denuncian a través de portales noticiosos, dando a conocer cómo ha sido la asignación de estos recursos y con beneficios especiales para cuatro o cinco medios de comunicación. Curiosamente con la llegada al poder de los subalternos de Oscar Barreto la pauta publicitaria ha sido excesivamente generosa con algunos periodistas, a esos que en la pasada administración de Guillermo Alfonso Jaramillo (GAJ), les fue esquiva.
Nadie se alcanza a imaginar cómo habría sido el manejo periodístico del reciente escándalo por la compra de los kits de alimentos y de aseo, si esta se hubiera dado en el mandato de GAJ. Porque cuatro años atrás los ibaguereños conocimos la “garra” periodista de algunos, que incluso alcanzó para incubar candidatura a la alcaldía. Esa administración traía a diario un escándalo, a ese mandatario los acuciosos periodistas no le rebajaron una porque siempre estaban ansiosos por investigar y denunciar. Claro era el efecto “enardecedor” de no contar con la pauta.
Y es que la misiva de los huérfanos de publicidad tiene sentido. Ellos saben cuáles son los criterios de los mandatarios para entregar la publicidad, que no se consigna bajo los parámetros de un estricto plan de medios, y por el contrario se convierte en un minuciosos “plan de ayudas”, esperando del periodista o el medio un “adecuado, silencioso o considerado” manejo de las noticias que puedan afectar su imagen o gestión. Las entrevistas y conversatorios estarán a la orden del día y el mandatario tendrá los micrófonos o las páginas del medio a su entera disposición. Oportuno retrotraer el tiempo con la dolorosa experiencia en el “perverso” mandato de Luís H. Rodríguez, porque mientras sobre la ciudad se cernía uno de los mayores escándalos de corrupción, los micrófonos y las páginas de los medios de comunicación, miraban para otro lado, todo por cuenta del efecto “tranquilizador” que produce el dulce sabor de la pauta publicitaria. Ahogadas quedaron las alertas tempranas de quienes levantaron la voz para presagiar lo que se venía. Años de atraso en infraestructura deportiva y una eterna frustración.
Constituir, sostener y mantener una empresa es labor titánica y un medio de comunicación como tal, tiene dos pilares; la informativa y la comercial. Irónicamente la noticia no genera ingresos, esa le corresponde a la comercial. Pero cuando la noticiosa depende de la comercial, apague y vámonos. En el caso que nos ocupa, muchos medios de comunicación dadas las circunstancias y la parálisis de la economía, no están teniendo inversión publicitaria proveniente de otros sectores y su punto de equilibrio lo está dando la pauta oficial. Es decir, las noticias provenientes de gobernación, alcaldía, universidad del Tolima, Cortolima y el Sena entre muchos otras dependencias, estarán direccionadas sólo a lo positivo, exaltando en lo posible al mandatario y de surgir algo negativo, sospechoso o dañino, muy seguramente se matizará o se analizará de tal manera, que lejos de dar claridad, mejor confundir. En estas circunstancias las unidades investigativas de los noticieros locales, como ya lo están haciendo comenzarán a buscar y reseñar la “corrupción” en los restantes 46 municipios del departamento, porque en Ibagué “todo bien”.
Ojalá los medios de comunicación que no fueron “embilletados” mantengan la línea de la investigación y la denuncia, porque a decir verdad, ellos pueden tener “fuentes internas” que desde muchas dependencias están permanentemente entregando información provechosa para “investigaciones exhaustivas” que en algunos casos es conocida por los demás comunicadores que se abstienen de asumirla, por obvias razones.
En un mundo ideal estaría muy mal visto: Que un gobernante se reuniera a “negociar” pauta con el dueño, o con el que maneja el micrófono y menos con quien influye en los contenidos de un medio de comunicación, porque hasta ahí llegaría su independencia y su credibilidad. En un mundo ideal la opinión pública espera que los medios de comunicación cumplan su papel de veedores y contribuyan a destapar la “corrupción” y jamás prestarse para ser parte de ella. En un mundo ideal los gobernantes respetan el “cuarto poder” porque están del lado de la gente y no alineados con las malas prácticas de gobierno y finalmente en un mundo ideal los medios de comunicación tienen las herramientas y las fuentes para conocer información de tal dimensión que pusieran a tambalear y tumbar a los funcionarios corruptos.
Mundo surrealista. Por lo tanto Ibagué, al menos por estos cuatro años, estará bajo el mando de un grupo político que tendrá como arma poderosa la “pauta del silencio” para acallar voces y borrar tinta de las letras que puedan insinuar hechos y situaciones anómalas. Como quien dice estaremos entre la corrupción, la ineptitud y la pandemia. Dios nos agarre confesados.