¿Sabías que el Tolima tuvo un gobernador conservador que fue considerado progresista?
Por años, la historia del Tolima ha sido contada desde los grandes titulares nacionales, mientras personajes que, a pesar de haberlo transformado todo, quedaron relegados a placas borrosas y bustos deteriorados.
Uno de ellos es el del General, Jurista y Estadista Luis Vicente González, Gobernador del Tolima entre diciembre de 1918 y agosto de 1922, un conservador que para su época fue considerado progresista.
Hoy, un siglo después, su nieto, Manuel Eduardo González Muñoz, se ha propuesto rescatarlo del olvido.
“Yo veía fotografías de mi abuelo por la casa, pero no sabía del significado tan valioso que tenía en la historia del Tolima”, recordó Manuel.
Vive en Bogotá, pero cada visita a Ibagué se convirtió en una búsqueda personal y casi detectivesca.
“Yo tengo cómo demostrar, con medios físicos, la presencia del abuelo desde los primeros días de diciembre de 1918 hasta el 7 de agosto de 1922”, afirmó.
Un hombre formado en la guerra y en la ley.
Luis V. González nació el 10 de octubre de 1869 en Ambalema, Tolima, en una familia humilde.
Estudió literatura en el Colegio San Simón de Ibagué y luego se graduó como bachiller en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, en Bogotá.
En 1898 obtuvo su título de abogado en Derecho y Ciencias Políticas, con una tesis titulada 'De la posesión', que ya dejaba ver su rigor intelectual.
Poco después fue nombrado Juez Primero Civil del Circuito de Guaduas, pero su vida cambiaría con el estallido de la Guerra de los Mil Días.
Se alistó en el Ejército, comandó varias batallas (entre ellas el recordado combate de Las Palmas) y ascendió hasta el grado de General, reconocido como estratega valiente y respetado incluso por sus adversarios.
Tras la guerra, ocupó cargos clave en el Ministerio de Guerra, participó en la firma de acuerdos de paz en Ambalema y protagonizó un hecho que tuvo resonancia nacional: fue invitado por los rebeldes (los liberales) a entrar desarmado a una ciudad gobernada por ellos para despedir a su madre fallecida, gesto considerado noble y elegante en medio del conflicto.
Gobernar caminando en el Tolima y por el Tolima.
Como gobernador, Luis V. González rompió con la tradición de administrar desde el escritorio.
Recorrió municipios, inspeccionó oficinas públicas, escuchó reclamos y visitó colegios y escuelas, donde hablaba directamente a estudiantes y maestros. Para él, la educación era “el único camino honrado hacia el progreso”, explicó su nieto.
Impulsó la nomenclatura urbana en Ibagué, promovió el crédito público para que los municipios invirtieran en acueductos, plazas de mercado y alumbrado eléctrico, y defendió la idea de que el desarrollo debía financiarse con obras que generaran retorno económico.
Su nombre está ligado de forma inseparable a la expansión ferroviaria del Tolima.
Aceleró la culminación del tramo Girardot–Ibagué, inaugurado en 1921, y firmó los empréstitos para iniciar la línea Ambalema–Ibagué, pasando por Venadillo y Caldas.
También promovió conexiones hacia el sur del departamento y el Huila, y soñó con unir al Tolima con el Pacífico.
Construyó puentes, como el del río Recio; e impulsó caminos estratégicos, promovió el regadío de los Llanos del Tolima, estableció el telégrafo en poblaciones apartadas y gestionó una misión española para organizar la policía departamental.
La memoria que su familia ha construido durante los últimos cuatro años.
En una visita casual a la Gobernación del Tolima, Manuel se dio cuenta de que el nombre y el periodo de gobierno de su abuelo no estaban claros ni eran correctos.
"Ese domingo encontré la puerta de salida de la Gobernación abierta… me asomé, fui saludando y de inmediato observé en el muro la placa de mármol con los nombres y sus respectivos periodos de gobierno”. Manuel buscó el nombre de su abuelo. Primero apareció “el tío Paco, en 1952”. Luego, más arriba, finalmente: Luis V. González, 1918–1919.
Pero él con su conocimiento y su propósito claro, decidió investigar para demostrar que su abuelo no gobernó hasta 1919 sino hasta 1922. “Ahí es muy claro, habla desde 1918 hasta agosto de 1922”, insistió.
La placa no reflejaba la realidad histórica, pues su abuelo no gobernó un año, sino casi cuatro, en cuatro periodos consecutivos, en los que dejó una huella profunda en infraestructura, educación y modernización del departamento.
Con documentos, ordenanzas y archivos en mano, Manuel logró que se hiciera la corrección oficial del listado de gobernadores en la Gobernación del Tolima. Un gesto pequeño, pero simbólico, devolverle a la historia su verdad.
La Ordenanza No. 1 de 1924 ordenaba que un retrato de Luis V. González fuera instalado en una sala de recepción de la Gobernación.
“Dándose cumplimiento a la ordenanza, se instaló la imagen, proporcionada por la familia”, explicó Manuel. Y para marzo de 2023, esa foto, que estaba ausente por décadas, volvió a ocupar su lugar.
La misma ordenanza dispuso la construcción de un monumento funerario, hoy ubicado en el Cementerio San Bonifacio de Ibagué.
Cuando Manuel visitó por primera vez la tumba de su abuelo, tomó una decisión íntima y poderosa: restaurarla él mismo. “Con la intención de visitar la tumba de mi abuelo… tomé la decisión de limpiarla y pulirla por honra”. Cien años después, el mármol volvió a brillar.
En el monumento hay una medalla que resume todo un legado: “Los tolimenses a su progresista Gobernador Luis V. González. 1919”.
Otro símbolo se encuentra en la calle 19 con Ferrocarril, al lado de la actual Terminal de Transporte de Ibagué. Allí está el busto de Luis V. González.
“Lo encontré desmontado y con la placa rota”, relató Manuel. Él mismo lo restauró. Un acto silencioso, pero contundente, de reparación histórica.
En Ambalema, su ciudad natal, la Ley 19 de 1924 del Congreso de la República ordenó la creación de un Monumento-Escuela Luis V. González. El edificio existe, pero hoy permanece inactivo desde la pandemia.
El hijo del Tolima
Luis V. González murió el 23 de enero de 1924, a los 55 años, tras un ataque cardio-cerebral.
A su muerte, el Congreso, la Asamblea del Tolima y su pueblo le rindieron honores. Sin embargo, el tiempo fue diluyendo su memoria.
Hoy, su historia sobrevive gracias a la persistencia de su nieto Manuel y su familia, que no buscan estatuas nuevas sino la memoria, la verdad y la dignidad.