Perspectiva de la economía global 2026, El regreso del proteccionismo
El mundo que conocíamos como abierto, globalizado y regido por el libre comercio está quedando atrás. La economía global de 2026 estará marcada por una palabra que muchos creían enterrada “proteccionismo”. Estados Unidos, Europa y China, las tres grandes potencias económicas ya no compiten solo por mercados, ahora compiten por soberanía industrial, seguridad económica y control tecnológico. En ese nuevo tablero, Colombia sigue actuando como si el libre comercio fuera una verdad incuestionable, cuando en realidad el mundo lo está abandonando.
Estados Unidos ha dejado claro que su prioridad no es el comercio barato, sino la seguridad nacional. La política industrial volvió con fuerza, subsidios masivos, incentivos fiscales y barreras selectivas para proteger sectores estratégicos como semiconductores, energía, defensa, inteligencia artificial y manufactura avanzada. La Ley de Reducción de la Inflación (IRA) y el CHIPS Act no son simples programas económicos; son instrumentos de guerra comercial moderna. Washington ya no confía en cadenas globales dispersas, quiere producción cercana, aliada y controlada lo que se traduce en Nearshoring.
Europa sigue el mismo camino, aunque defiende el multilateralismo en el discurso, en la práctica protege su industria agrícola, impone regulaciones ambientales que funcionan como barreras no arancelarias y subsidia sectores claves bajo el argumento de la transición energética. La “autonomía estratégica” se convirtió en doctrina, por ejemplo, Bruselas ya no compite en igualdad de condiciones; compite con reglas propias.
China, por su parte, nunca dejó de ser proteccionista, simplemente lo hizo de manera silenciosa y disciplinada. Controla su mercado interno, protege empresas nacionales, subsidia sectores estratégicos y usa el comercio como instrumento geopolítico. Hoy busca reducir su dependencia de Occidente y fortalecer su mercado interno, mientras exige apertura a los demás.
En este contexto, el libre comercio dejó de ser un dogma global; solo sigue siendo una fe para países que no han entendido el cambio de época. Colombia es uno de ellos, seguimos en la era del concepto de globalización y apertura mientras la dinámica comercial es cada día más proteccionista.
Durante décadas, el país apostó a abrir su economía sin construir una base productiva sólida. Firmó tratados de libre comercio sin fortalecer su industria, su agro ni su capacidad tecnológica. El resultado está a la vista, exportaciones concentradas en materias primas, baja sofisticación productiva, dependencia de importaciones y una balanza comercial estructuralmente débil. Mientras otros países usan el comercio para escalar, Colombia lo usa para sobrevivir.
El problema no es comerciar con el mundo, sino hacerlo sin estrategia. Colombia sigue creyendo que más tratados significan más desarrollo, cuando el mundo demuestra que lo que importa no es abrirse, sino proteger inteligentemente lo que genera valor. El país compite sin escudos en un sistema donde los grandes juegan con armadura.
Este nuevo proteccionismo global representa un riesgo, pero también una oportunidad. El riesgo es evidente; pérdida de acceso preferencial a mercados, mayor competencia desigual, presiones arancelarias y barreras regulatorias que afectan exportaciones colombianas. Pero la oportunidad está en entender que el mundo está buscando nuevos destinos de inversión confiables, estables y cercanos a los grandes mercados, es ahí donde Colombia podría jugar un papel clave.
Para hacerlo, el país necesita abandonar la ingenuidad económica. No se trata de cerrar fronteras ni de renunciar al comercio internacional, se trata de construir una política económica inteligente, híbrida y pragmática. Colombia debe proteger sectores estratégicos como la agroindustria, alimentos, energía, manufactura ligera y tecnología, mientras se convierte en un paraíso de inversión productiva.
Eso implica decisiones claras a nivel de incentivos tributarios selectivos para industrias estratégicas (en impuesto de renta), protección temporal a sectores nacientes, reglas laborales modernas que atraigan inversión, estabilidad jurídica real y una política comercial alineada con desarrollo industrial, no solo con diplomacia. Implica también infraestructura logística, energía competitiva y formación de talento humano para sectores de alto valor.
Colombia puede convertirse en un Hub de Nearshoring para empresas que quieren salir de Asia y acercarse a Estados Unidos. Tiene ubicación, tratados, recursos naturales y capital humano. Pero sin seguridad jurídica y una audaz política industrial, seguirá siendo solo un mercado de consumo, no un centro de producción.
La economía global de 2026 no premiará a los países más abiertos, sino a los más inteligentes. Colombia debe incorporar una nueva e inteligente política comercial. El mundo ya cambió, el libre comercio y la apertura de mercados quedará en la teoría de los clásicos de la economía. Lo países promotores del libre mercado en la era del neoliberalismo ahora son proteccionistas declarados.