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UMBRAL, la semilla que despierta un nuevo amanecer para el café colombiano

Colombia abre una nueva página en su historia cafetera. La Federación Nacional de Cafeteros, a través de Cenicafé, ha presentado UMBRAL, una variedad que puede transformar el mapa productivo nacional y devolver la esperanza a las zonas cafeteras bajas que durante décadas fueron desplazadas por el calor, las plagas y la falta de rentabilidad.
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Alejandro Rozo
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Suministrada
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9 Nov 2025 - 9:24 COT por Alejandro Rozo

Detrás de este logro hay más de 30 años de investigación científica, de cruzamientos, ensayos genéticos y evaluaciones agronómicas que hoy se materializan en una planta resistente al calor, adaptable a altitudes desde los 850 metros sobre el nivel del mar y con un potencial de calidad que mantiene el prestigio del café colombiano.

Esta noticia no es solo un avance científico, sino una revolución económica y social. Colombia posee más de 840 mil hectáreas sembradas, de las cuales un porcentaje importante en regiones como el sur del Tolima, Huila, el occidente de Cundinamarca o el Bajo Cauca han visto cómo el aumento de las temperaturas y las lluvias irregulares redujeron la productividad de las variedades tradicionales. UMBRAL ofrece una alternativa real para recuperar esa frontera agrícola, ampliar el rango altitudinal y asegurar el relevo productivo en zonas donde la caficultura parecía haber desaparecido.

La región conformada por la RAP Eje Cafetero tienen un papel protagónico en este nuevo escenario. La región, con más de 230 mil hectáreas cultivadas y cerca de 120 mil familias cafeteras, enfrenta un reto urgente, solo el 6 % de los productores tiene menos de 28 años, lo que pone en riesgo la continuidad de una de las tradiciones más emblemáticas del país.

La llegada de UMBRAL se convierte en una oportunidad histórica para atraer a los jóvenes al campo, no desde la nostalgia, sino desde la innovación. Cultivar café con tecnología, resiliencia y mercado es volver a enamorar a las nuevas generaciones de su territorio.

En el departamento del Tolima, tercer productor nacional, por ejemplo, este avance puede cambiar el destino de municipios como Planadas, Ataco, Rioblanco o Dolores, históricamente cafeteros y hoy golpeados por los efectos del clima y el conflicto. Con altitudes entre 900 y 1.400 metros, estas zonas vuelven a ser fértiles para el café, pero esta vez con una variedad adaptada a su realidad. UMBRAL representa una herramienta concreta para reindustrializar el campo, generar empleo rural y fortalecer los programas de empalme generacional que buscan duplicar la participación juvenil en la caficultura del país.

El potencial no se limita a la producción, la caficultura moderna exige valor agregado en origen, trazabilidad y sostenibilidad. Si los programas regionales de trilla, catación, tostaduría y exportación se articulan con esta nueva variedad, el Tolima podría posicionarse como modelo nacional de cafés resilientes, garantizando volumen sin perder calidad. El reto no es solo sembrar más, sino transformar mejor, cada carga que salga del Tolima debe llevar consigo la marca de una región que produce con ciencia, juventud y sostenibilidad.

UMBRAL llega en un momento crítico del mercado internacional. La demanda global crece a un ritmo del 3% anual y los consumidores exigen cafés con historia, sostenibles y trazables. El cambio climático amenaza con reducir hasta en un 50 % las zonas aptas para café arábigo tradicional hacia 2050, según la FAO, países como Brasil o Vietnam ya invierten en variedades resistentes y tecnificación intensiva. Con UMBRAL, Colombia recupera liderazgo científico y reafirma su posición como el mayor productor mundial de café arábigo suave lavado.

Pero la verdadera revolución no será genética, sino territorial y social. Los departamentos cafeteros deben ver en UMBRAL un punto de partida para articular políticas públicas de innovación rural, crédito verde, formación técnica y encadenamientos agroindustriales. La Federación y Cenicafé abrieron la puerta, pero el futuro dependerá de que los gobiernos locales y regionales, las universidades y los jóvenes productores crucen ese umbral con decisión.

La caficultura colombiana entra así en una nueva era. Si las zonas marginales bajas vuelven a producir café con calidad, si los jóvenes asumen el liderazgo del cambio y si la ciencia se consolida como el principal aliado del campo, estaremos ante un renacer del sector que va más allá de los sacos y las cifras de exportación. Estaremos ante una caficultura moderna, incluyente y sostenible, capaz de sostener empleo, proteger ecosistemas y garantizar divisas para el país.

La historia del café colombiano siempre ha sido una historia de adaptación. Hoy, esa historia suma un nuevo capítulo escrito con ciencia, juventud y esperanza. UMBRAL no es solo una nueva variedad, es una promesa de futuro, una invitación a soñar con un país donde el café siga siendo sinónimo de orgullo, identidad y progreso.