Me mamé de la incoherencia

La marcha pro-Palestina que vivimos el 7 de octubre en Colombia fue agridulce. Duele primero la incoherencia de una marcha de “paz” llena de vandalismo, destrucción y violencia. Y aunque fue un acto público que clamaba válidamente por justicia en Gaza, al mismo tiempo ignoró, el horror de la masacre perpetrada ese mismo día, hace dos años, contra civiles israelíes por el grupo terrorista Hamás. Y peor aún, dejó un tinte de burdo aprovechamiento político en cabeza del gobierno y FECODE (los maestros de los niños), que siempre la estuvieron animando.
Me pregunto yo. ¿Cómo explicarle esto a los familiares de las víctimas israelíes? ¿Qué pensarían de Colombia? ¿Qué aquí el dolor solo se elige cuando conviene? Pero algo más de fondo. ¿Tiene sentido que nuestros maestros lideren estos desatinados mensajes?
Convocar una marcha el mismo día de la carnicería que vivió Israel no es un acto inocente ni neutro. Fue una decisión dolorosa que refleja indiferencia ante el dolor ajeno. Nadie nunca podría, y yo no lo haría, negar los derechos y dignidad del pueblo palestino ni justificar los actos repudiables del gobierno de Israel. Pero tampoco podemos trivializar un hecho atroz como el sucedido aquel 7 de octubre del 2023 en Israel.
Nunca una causa justa se puede construir sobre la negación del sufrimiento de otros. Ser pro-paz no significa ser anti-Israel, ni ser Pro-Palestina debe confundirse con justificar a un grupo terrorista como Hamás. Si somos coherentes como seres humanos, la empatía no puede ser selectiva.
Ese apoyo implícito o explícito de FECODE, pone en evidencia que esta causa se está instrumentalizando políticamente y nos preocupa si esto se está imponiendo ideológicamente en la catedra. Pero además es incoherente FECODE al realizar justo el 7 de octubre esta marcha en Colombia, un país con heridas propias del terrorismo y con tantas víctimas como las de aquel día en Israel. ¿Qué dirían las víctimas?
Haber marchado el 7 de octubre no genera diálogo, ni conciencia, sólo polarización, provocación y confusión moral. Siempre será perfectamente legítimo defender la causa de Palestina, lo que no es legítimo es haber desconocido la tragedia Israelí de ese mismo día.
Pero además para cuándo las marchas en contra de los abusos en China, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Irán o Pakistán. Lugares en donde se atacan las minorías religiosas, o donde se violan los derechos humanos.
O para no ir tan lejos. ¿Cuándo serán las marchas de FECODE para reclamar por el aumento desbordado en homicidios, secuestros, asesinatos de lideres o la extorsión en Colombia? Pero no pidamos tanto. ¿Para cuándo la marcha por la destrucción del sistema de salud a los maestros, que va en contravía de su dignidad humana?
La coherencia no se negocia: si defendemos los derechos humanos, deben valer para todos, no solo para los antojos políticos del momento. Yo ya me mamé de la incoherencia de un gobierno o maestros que animan marchas simbólicas selectivas, de discursos que aprovechan el dolor ajeno para dividirnos.
La memoria de las víctimas de cualquier bando exige prudencia, respeto y humanidad. La paz exige verdad, dignidad y respeto para todos, no sólo para mis intereses ideológicos o politiqueros.