En defensa de los Brayan´s

Como es frecuente, esta semana el presidente Petro volvió a encender la polémica, al referirse en un consejo de ministros, a los hombres irresponsables que van por la vida embarazando jovencitas y abandonándolas a su suerte, catalogándolos como los “Brayans”, según sus palabras: muchachos vampiros pérdidos en la vida, que van dejando hijos regados y aprovechándose de las muchachas de los barrios populares del país.
Como ha ocurrido recientemente, para hablar de los temas cruciales de la dura realidad colombiana, Petro dio rienda suelta a sus ocurrencias, y esta vez utilizó un nombre (de los más comunes en el país) para atribuirle comportamientos y costumbres por defecto, como si el tema se tratara únicamente de la forma en que fueron bautizados.
Más allá de lo jocoso y de la burla que dicha referencia pudo generar, lo cierto es que ni es un chiste, ni es algo sin importancia, teniendo en cuenta, que tan solo días atrás, Petro ya había estado en el ojo del huracán por sus afirmaciones estigmatizantes y clasistas, como aquella vez que se refirió a que “ningún negro podía decirle” o la más reciente declaración, en donde se atrevió a hablar del clítoris de las mujeres y su conexión con el cerebro.
Desafortunadamente, además de la muy pobre gestión del gobierno en múltiples frentes, el presidente ha caído en casi todo lo que antes había criticado de sus antecesoras, dando paso a los discursos incendiarios, estigmatizantes y polémicos que en nada contribuyen a los problemas que aquejan al pueblo colombiano.
Lo cierto es que, según datos recientes de la Registraduría Nacional del Estado Civil, en el país existen a la fecha 165,538 personas bautizadas con el nombre de Brayan, y contrario a lo que piensa el presidente, no todos son unos abusadores y maltratadores de mujeres. Hay Brayan profesores, médicos, arquitectos, periodistas, entre muchos otros, y aunque es probable que el tema pueda ser desestimado incluso por las mismas personas con este nombre, es necesario mencionar que lo que el ciudadano promedio espera de su presidente, es un comportamiento a la altura y un lenguaje respetuoso que no generalice, ni estigmatice a nadie, por ninguna razón de raza, género, nombre, y apellido.
Ya está claro que el gobierno del cambio no cambió ni siquiera los discursos en los que el lenguaje asesina tanto como las balas, y que no debería ser motivo de burla, llamarse Pedro, Juan, o Roberto, como el ahora gerente del IBAL, a quien llevo casi tres semanas esperando que atienda el clamor de la ciudadanía del barrio Jardín que ante cualquier aguacero se inunda y pierde todos sus bienes. Dios quiera ninguno allá se llame Brayan.