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Uribe condenado

También hay que decir que la desafortunada politización del juicio por parte de diferentes voces, el extenso y exagerado documento de más de 1000 páginas leído por la jueza, así como su actitud poco decorosa comiendo maní mientras el expresidente Uribe realizaba su apelación, dejó ver que, en efecto, a Heredia le faltó separar como era debido, la responsabilidad que tenía en sus manos, pues también se atrevió a acusar a los hijos de Uribe de faltos de gallardía, lo que generó como era debido, la molestia del ex mandatario en plena audiencia.
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Ecos del Combeima
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3 Ago 2025 - 7:39 COT por Juan Manuel Díaz Borja

Lo que han llamado el “juicio del siglo en Colombia” sin ninguna duda tiene una repercusión en lo político muy fuerte. Ni en los tiempos de los narcocasetes y los llamados “dineros calientes” con Ernesto Samper, ningún presidente en el país había sido condenado, como ocurrió la semana pasada con Álvaro Uribe Vélez, y se podría decir que aquello es un triunfo para la democracia, pues esto confirma que la ley existe incluso para los más poderosos, y que como dijo la jueza a cargo del proceso: “la justicia no se arrodilla ante el poder”. Pese a la gran polémica que se generó en torno al juicio y los sentimientos encontrados que pudo generar en los colombianos dicha situación, es necesario hacer algunas reflexiones sobre lo ocurrido, sin apasionamiento alguno.

Lo primero es que la justicia logró probar en primera instancia que el exmandatario cometió unos delitos, y frente a eso, no habría nada que discutir. Contrario a ello, la defensa a la justicia y a la independencia de poderes deberá ser siempre un bálsamo en todo aquel que crea en la democracia. Lo segundo es que de ninguna manera pueden equipararse los motivos por los cuales Uribe fue condenado, y los motivos por los que Timochenko y compañía gozan hoy de plena libertad. Y digo esto porque ese ha sido el común denominador de algunos para defender a Uribe en este proceso. Sin embargo, el tema es tan sencillo como saber que los ex guerrilleros de las FARC se sometieron a un proceso de justicia transicional que incluyó la desmovilización y el fin de su accionar guerrillero a cambio de penas flexibles, tal y como ocurrió con algunos jefes paramilitares desmovilizados en la Ley de Justicia y Paz, promovida justamente por Uribe cuando fue presidente. Lo tercero es que al expresidente se le ha acusado desde hace casi tres décadas como amigo del paramilitarismo, y posteriormente por múltiples violaciones a los derechos humanos en su gobierno como es el caso de los mal llamados “falsos positivos”, pero ninguna de esas acusaciones ha tenido mayor repercusión en lo judicial, como si la tuvo el choque con el senador Iván Cepeda, quien pasó de denunciado a denunciante.

El antecedente del atentado en contra del senador Miguel Uribe Turbay, y la extrema polarización que vive hoy el país por cuenta del mal gobierno del presidente Petro, pareciera reafirmar la versión que a Uribe lo quieren “desaparecer” políticamente. No obstante, lo claro aquí, es que la justicia probó que Uribe cometió unos delitos, y que, en el marco de eso, lo obvio es que fuera condenado como evidentemente ocurrió. También hay que decir que la desafortunada politización del juicio por parte de diferentes voces, el extenso y exagerado documento de más de 1000 páginas leído por la jueza, así como su actitud poco decorosa comiendo maní mientras el expresidente Uribe realizaba su apelación, dejó ver que, en efecto, a Heredia le faltó separar como era debido, la responsabilidad que tenía en sus manos, pues también se atrevió a acusar a los hijos de Uribe de faltos de gallardía, lo que generó como era debido, la molestia del ex mandatario en plena audiencia.

Hoy con todo lo que representa que un expresidente haya sido condenado, el mensaje por un lado debe ser: entender que nadie está por encima de la ley, y por el otro, que cuando se tiene una responsabilidad como la que tuvo Heredia, hay que hacerlo sin miedo y con fuerza, pero sin caer en los apasionamientos o los protagonismos. Por ello también se vio muy mal que el pasado viernes y comenzando la lectura del fallo condenatorio, la jueza le haya agradecido a Sutanita y Perencejita, integrantes de su despacho, por lo realizado en el proceso, como si se tratara ello de un triunfo personal o algo digno de reconocimiento o felicitación alguna.

Lo cierto es que al tema Uribe le queda mucho camino por delante, y lo que como colombiano esperaría de alguien que ostento la dignidad de presidente de la república, es que afronte el tema con gallardía, y sin llamar a linchamientos y a discursos incendiarios que perpetúen la polarización e incluso generen conflictos mayores.