Las palabras como balas

Luego del repudiable atentado en contra del senador Miguel Uribe Turbay, muchas han sido las voces de rechazo de lo ocurrido. No solo porque el senador se debate todavía entre la vida y la muerte, sino porque tras el atentado se han conocido algunos detalles que antecedieron el ataque y que tienen que ver con el uso desmedido del lenguaje de contradictores políticos y gente del común, especialmente en redes sociales en contra del senador.
Por ejemplo, la cuenta en X denominada “@mamertos0”, el pasado 15 de mayo había publicado un video hecho con inteligencia artificial, en el que se ve al senador Uribe Turbay recibiendo un golpe en el rostro con el mensaje: “ya saben que hacer si lo ven en la calle”. Igualmente, ante discursos también subidos de tono del senador Uribe Turbay en plena campaña preelectoral, varios internautas le habían escrito palabras de grueso calibre que le recordaban incluso la tragedia del asesinato de su madre. Desafortunadamente, no solamente fue un puño lo que recibió Miguel Uribe, sino varias balas que se alojaron en su cerebro, y que, en caso de lograr sobrevivir, podrían dejarlo con graves secuelas.
Al igual que esa publicación hay decenas de mensajes de odio no solo de gente del común, sino incluso del mismo presidente Petro, quien se ha referido en muy malos términos en diferentes ocasiones al senador Uribe y a otros políticos, magistrados, periodistas, entre otros. A su vez, el representante Miguel Polo Polo también ha generado ese matoneo en las redes sociales en contra de Petro y de sus contradictores, y peor aún de las víctimas del conflicto armado como es el caso de las madres de Soacha, lo que ha propiciado también que sea él una víctima recurrente de ciberacoso. Lo propio ha hecho la senadora María Fernanda Cabal, y la hoy precandidata presidencial Vicky Dávila, entre otros. Como si se tratara de una guerra de odio y de discursos en los que se pretende destruir moralmente, al contrario.
Y aunque es probable que el atentado en contra de Miguel Uribe Turbay no esté directamente relacionado con las palabras, ni con la publicación a la que se hace mención en esta columna, no hay duda de que ese tipo de publicaciones y mensajes sí logran su cometido de alimentar la polarización y los discursos de odio en un país que además del flagelo de la violencia física, también vive la violencia simbólica y las palabras amenazantes que terminan por afectar la salud mental y emocional de las personas.
Hoy cuando diversos sectores de la vida pública nacional han pedido desescalar el lenguaje y cuidar el tono y las palabras que se utilizan, es momento de hacer un alto en el camino. En el Tolima y en Ibagué sucede lo mismo, y se han reproducido ese tipo de discursos incendiarios en contra de figuras como Óscar Barreto, Andrés Hurtado, y las mandatarias de turno Adriana Magali Matiz y Johana Aranda, e incluso en contra de los medios de comunicación y de quienes nos atrevemos a decir lo que pensamos en espacios como este. De hecho, recientemente el concejal de Ibagué Giovanni Martínez denunció amenazas en su contra, y es algo a lo que hay que ponerle toda la atención del caso. También han sido recurrentes los mensajes cargados de rabia del mismo Andrés Hurtado, quien se ha caracterizado por encender las redes con videos y entrevistas en las que ha sido feroz con sus palabras.
Sin ánimo de meterle política al asunto, cobra mucha relevancia aquella frase dicha por Sergio Fajardo hace varios años: “se puede ser diferente sin necesidad de ser enemigos” y esa es la invitación hoy.
Es claro que en la vida pública y especialmente en los escenarios políticos es necesario controvertir, refutar, argumentar, pero lo que nunca será necesario es utilizar el lenguaje para aniquilar, al contrario. Las balas matan, pero las palabras como balas también matan.
Desescalemos el lenguaje.