Ibagué y el dilema del buen empleo: más allá de los datos generales

Los datos tienen una elocuencia ambigua. Dicen mucho, pero también pueden ocultar lo esencial si no se los interroga con atención. En días recientes, los titulares nacionales celebraron la caída de 1.86 puntos porcentuales en la tasa de desocupación del país, ubicándola en un alentador 8,8 % para abril de 2025. Un logro aparente. Sin embargo, como en casi todo en Colombia, la historia verdadera está en los matices.
De los 711 mil nuevos ocupados reportados por el DANE, 528 mil corresponden a trabajadores por cuenta propia: personas que se autoemplean, en muchos casos, sin contrato, sin estabilidad, sin seguridad social. Es decir, sin garantías. La tasa de informalidad en el trimestre febrero–abril fue del 56,8 %, un número que refleja una economía que crece, sí, pero en los márgenes de la precariedad.
Ahora bien, Ibagué ofrece un contraste alentador, y por eso merece una lectura más cuidadosa. Mientras en Colombia el empleo se genera, en su mayoría, desde la informalidad, Ibagué presenta un comportamiento distinto: los trabajadores por cuenta propia disminuyeron en 5.545 personas, mientras que los obreros y empleados particulares aumentaron en 20.271. Esto no es solo una cifra: es el resultado de un compromiso empresarial con la formalidad y la dignidad laboral.
Desde FENALCO Tolima reconocemos ese esfuerzo. No es producto del azar, sino de una articulación decidida entre el sector privado, las autoridades locales y espacios como la Mesa del Inversionista, que ha cultivado confianza y acción colectiva.
Ahora bien, se ha dicho que Ibagué está en el tercer lugar entre las ciudades con mayor desocupación. Cierto. Pero el dato, sin contexto, engaña. Porque al hablar de posiciones, debemos hablar también de comparaciones. Frente a ciudades como Manizales, Neiva, Pereira y Armenia, Ibagué fue la que menos redujo su tasa de desocupación: apenas un -3,6 %, frente a reducciones superiores al 9 % en las demás.
¿Eso es malo? No necesariamente. Porque Ibagué frente a estas ciudades también fue la ciudad que más aumentó su población ocupada (8,5 %) y la que más creció en fuerza de trabajo (7,8 %). Eso significa que más personas jóvenes, mujeres y migrantes se están incorporando al mercado laboral. Y que aun con esa presión, la ciudad logra generar empleo.
En términos técnicos: la tasa de desocupación no cae tan rápido porque el denominador crece más rápido que el numerador. Pero en la vida real, eso quiere decir que Ibagué está creando empleo formal a la par que se amplía su base laboral. Una señal de vitalidad, no de debilidad.
Otro dato revelador: Ibagué fue, con diferencia, la ciudad (entre las 4 comparadas) con mayor crecimiento en la ocupación de empleados particulares (19,9 %). Y simultáneamente, la única donde cayó con fuerza la ocupación como trabajador por cuenta propia (-7,9 %). Lo que estamos viendo es una transición estructural hacia el empleo formal. Una noticia que debería alegrarnos.
El turismo también juega su papel. El sector de alojamiento y servicios de comida creció un 35,6 % respecto al mismo trimestre del año anterior. Y con él, se dinamizan ramas clave como el comercio y el transporte. Fortalecer este ecosistema no es una apuesta simbólica: es una estrategia de desarrollo económico y social.
Y no debemos olvidar a la construcción: con más de 15.000 ocupados, este sector podría ser una vía estratégica para atraer la inversión de nuestra población silver, ese grupo creciente de adultos mayores con ahorro, visión y deseo de impacto. Es hora de pensarlos como actores de desarrollo.
Aunque las cifras superficiales no lo reflejen de inmediato. Detrás de esa aparente paradoja, se esconde una buena noticia
Por: Daniel Orjuela
Director Ejecutivo, FENALCO Tolima