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Se escuchan aires de un nuevo paro arrocero

En el Tolima y otras regiones, el descontento crece entre los arroceros que sienten incumplidos los compromisos del Gobierno tras el paro de hace dos meses. Entre contrabando, exceso de lluvias y precios bajos, el sector enfrenta un panorama complicado que podría desencadenar nuevas protestas.
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17 Mayo 2025 - 19:58 COT por Omar Julián Valdés Navarro

Una de las actividades que más disfruto es conversar con amigos sobre el presente del sector agropecuario. Me resulta apasionante analizar con ellos los hechos recientes y entender los desafíos de cada cadena productiva. Justamente por eso, desde hace unos días he estado indagando sobre la situación del arroz en el Tolima. Recordemos que, hace más de dos meses, los arroceros de esta región y de otras zonas del país decidieron acudir a las vías de hecho, bloqueando corredores estratégicos con el fin de ser escuchados por el Gobierno Nacional.

Aunque no soy partidario de las protestas que afectan la movilidad, en su momento reconocí que ese paro era una oportunidad clave para transformar de fondo una cadena productiva tan vital para la seguridad alimentaria del país. Sin embargo, al conversar recientemente con algunos amigos del gremio, me sorprendió el desánimo generalizado: sienten que los compromisos adquiridos en la mesa de diálogo con el Gobierno aún no se han cumplido. Los subsidios anunciados no se han materializado y las soluciones pactadas en El Espinal siguen sin resultados tangibles.

La cadena del arroz enfrenta un panorama complejo. Como bien lo explicaba Carlos Rojas, gerente de Usocoello, las perspectivas para el segundo semestre de 2025 no son alentadoras. Aún persiste el contrabando desde Perú y Ecuador, y la cosecha de los Llanos Orientales promete mantener altos niveles de producción, lo que provocaría una baja en el precio del arroz paddy verde, estimada en unos 20 mil pesos por carga. A esto se suma el exceso de lluvias que ha afectado al Tolima durante el primer semestre del año, impidiendo que muchos agricultores siembren a tiempo. El resultado podría ser una menor producción local acompañada de una caída en los precios: un doble golpe para los productores.

Frente a este escenario, lo mínimo que uno esperaría es que las solicitudes de los cultivadores sean atendidas con seriedad. Mucho se habla desde el Gobierno de soberanía y seguridad alimentaria, pero al observar cómo operan realmente las cadenas productivas, uno se da cuenta de que el arroz podría ser un símbolo de autosuficiencia nacional e incluso un renglón potencial de exportación. Esta no es una visión idealista: si revisamos los datos, el comportamiento productivo y los avances tecnológicos, como la implementación de ANTEC, que ha permitido reducir costos, vemos que hay razones objetivas para creer en la competitividad del sector. Y soy convencido de que las crisis también abren caminos para fortalecer el gremio y proyectar soluciones sostenibles.

Aunque no hay aún una fecha concreta para un nuevo paro arrocero, el malestar de los productores hacia el Gobierno y el Ministerio de Agricultura es evidente. Desde mi perspectiva, lo más sensato es que el mismo comité que lideró la negociación anterior retome el camino del diálogo y convoque de manera urgente al Ministerio. Hay que activar los protocolos necesarios antes de que vuelva a hablarse de bloqueos o protestas. Porque al final, cuando se cierran las vías, los más afectados somos todos.