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Vida y obra de Fernando Botero: el artista colombiano que dejó una huella imborrable en la historia

A sus 91 años, falleció Botero, el más grande pintor y escultor de todos los tiempos.
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Ecos del Combeima
15 Sep 2023 - 10:47 COT por Ecos del Combeima

Con una carrera destacada, el icónico artista colombiano, Fernando Botero, dejó una huella imborrable en la historia del arte. Con sus numerosas pinturas y esculturas, el nativo de Medellín es el artista colombiano más grande de todos los tiempos.

Este artista nació en Medellín el 19 de abril de 1932, en un hogar resguardado por las montañas, junto a sus dos hermanos y sus padres David Botero Mejía y Flora Angulo de Botero

En su tierra natal hizo sus primeros trazos, luego de que a sus 12 años le regalaran su primera caja de óleos, despertando así su interés por la pintura. Pero fue a los 16, en 1948, cuando hizo sus primeras imágenes de toros y toreros, en la que ganó 2 pesos colombianos de la época al venderlas.

Terminado su bachillerato viajó a Bogotá, donde tiempo después obtendría el segundo puesto en el IX Salón Nacional de Artistas. Andado el tiempo viajaría a Europa con la bolsa del premio.

En 1948 estuvo de ilustrador del periódico El Colombiano, pero su obra se conoció en la capital del país en 1951, donde realizó su primera exposición en la Galería Leo Matiz, dicha exposición no fue muy bien recibida por los críticos de la época,  en la que lo llevó a  radicarse por un tiempo cerca al mar, en Tolú, Sucre, para tomar la decisión más importante que le daría la formación a su vida artística: irse a vivir a Europa.

Allí, en los principales museos de Italia y España (en especial el Museo del Prado en Madrid y la Galería de los Oficios en Florencia), tuvo ocasión de ver las obras de los grandes maestros y nutrir aún más sus conocimientos. Luego apreciaría la evolución del arte moderno (es decir, el arte que en Occidente se ha hecho desde el siglo XIV hasta nuestros días) y se enamoraría del primer Renacimiento italiano, que ya es logro y culminación y esplendor; sobre todo encontraría su espíritu afinidad con la obra de Piero Della Francesca, cuya aura rezuma en las obras del colombiano.

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Luego vendría la búsqueda de una expresión propia, la consolidación de un estilo. Pero antes vendrían sus viajes por México y Estados Unidos, así como las repulsas de los galeristas, las incomprensiones del público, la fiereza de la crítica; vendrían la separación de su esposa, la errancia neoyorquina, las nostalgias de la ausencia, las dilaceraciones de la duda, las soledades sin nombre y las angustias sin cuento que nos depara la suerte. Pero allí estuvo la tenacidad y la perseverancia del artista para, decidido, continuar su camino.

Un accidente -como ha ocurrido algunas veces en la historia de las artes, de las ciencias, de la humanidad- sellaría su estilo. Pintando una mandolina, dibujó muy pequeña la boca de la caja de resonancia y notó que ganaba el instrumento musical un volumen inusitado. Y desde entonces anduvo en busca del volumen: voluminosos los seres que pueblan sus cuadros, voluminosos los cerros y las colinas, voluminosas las palomas, voluminosos los ataúdes, las monjas voluminosas, voluminosas las frutas y los tenedores que las trinchan, voluminosas las esculturas. Esas mismas esculturas que, imponentes, habrían de dialogar con el urbanismo y la arquitectura de los Campos Elíseos muchos años después, en 1992.

A nivel internacional, sus particulares e icónicas obras se destacaron con orgullo y fueron exhibidas en varios rincones del mundo. El oriundo de Medellín, rompió todos los récords del arte, como ocurrió en el Palacio de Bellas Artes en México en el que asistieron 300.000 personas o en el Museo de Bellas Artes de Bilbao al reunir 155.000 asistentes.

Botero logró importantes acontecimientos y puso el arte nacional en los escenarios internacionales más importantes, pues sus esculturas se imponen en importantes lugares, como en Estados Unidos y Francia.

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Sus famosas obras y esculturas pueden ser admiradas en 'El pene de su Adán' en el Time Warner Center, o en Colombia con la exuberante doncella que reposa en la colorida Cartagena.

Tan solo en su natal Medellín, hay un amplio parque donde los turistas pueden conocer su trabajo y tomarse fotos con sus esculturas. Así mismo, una buena parte de su colección privada la donó a principios del milenio al Museo de Antioquia en Medellín y a la Casa de la Moneda en Bogotá, dos lugares que albergan la importancia de su obra para la historia del arte en Colombia, así como su aporte para las artes a nivel mundial.

Y es que en la capital del país hay un museo dedicado a su arte único.

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