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“Viva la libertad, carajo”

Colombia no puede seguir el camino de la esclavitud moderna que nos ha dejado el “cambio”. Esa que estrangula al empresario, desincentiva la inversión, vulnera las instituciones, estigmatiza la prensa y promueve odio y resentimiento.
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Jose Manuel Restrepo Abondano
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4 Jun 2025 - 15:33 COT por José Manuel Restrepo Abondano

Al leer el título creerá que esta columna es sobre los no pocos avances de Argentina. De inflaciones del 200% a 2,7% en octubre de 2024, de déficit fiscal de -6,1% en 2023 a superávit fiscal (el primero en 15 años), de caídas del PIB a crecimiento anualizado del 5,7% en el último trimestre de 2024, de pobreza del 41,7% con Fernández al 38,1% recientemente sin derroche de subsidios innecesarios, y más. Pero aún es temprano para conclusiones definitivas. Esperemos más que los hechos siempre serán tozudos.

El título más bien es el sueño eterno de Colombia. Nuestra historia tiene una marca indeleble en la búsqueda de libertad. Libertades civiles, políticas, sociales, empresariales y económicas. Arranca con el grito de independencia (1810) y la campaña libertadora, la proclamación de los derechos del hombre y del ciudadano, la defensa del federalismo, la abolición de la esclavitud, la búsqueda de las libertades de culto y prensa, la constitución del 91, la lucha contra el narcotráfico, guerrilla y paramilitarismo y sus formas de terrorismo que limitaban libertades básicas, entre más momentos. 

Lo más triste es que entre 2022 y el 2024, en un estudio anual de dimensión global que realiza la prestigiosa Fundación Heritage, Colombia se convirtió por primera vez en su historia en una nación considerada “mayormente no libre”. Dicho de otra forma, en una “nación esclava”. Esclava de un desastre fiscal por derroche y exceso de gasto y con la proyección del peor nivel de deuda pública en la historia reciente del país en 2025. Esclava del peor dato en integridad institucional, llámese corrupción, que haya medido Heritage en Colombia. Y esclava del récord en 2025 de trabas, incertidumbre y cargas que han desmotivado la inversión privada.

Los datos son inquietantes. Hemos perdido entre 2022 y 2025, 29 posiciones al compararnos con el mundo y peor aún, 7 posiciones en américa latina ocupando ahora el puesto 19.

No faltarán críticos, que al estilo de un fanático del futbol descalifiquen al árbitro, atacando a Heritage por su filosofía institucional. ¡¡Sin embargo, el ranking es totalmente objetivo!! Utiliza más de 50 sub-indicadores basados en fuentes internacionales tipo Banco Mundial, FMI, OCDE, UNCTAD, entre otros, todos los datos son públicos, medibles y replicables, existe hace 20 años, recoge información de 184 países, y sus resultados nunca han favorecido una u otra tendencia ideológica. Naciones con economías sociales de mercado como Suecia, Dinamarca, Finlandia o Noruega ocupan los primeros lugares. 

Por eso, mi llamado es claro: el 8 de agosto de 2026 marquemos el inicio de una restauración de nuestras libertades. Que recuperemos la seguridad jurídica y los derechos de propiedad. Que blindemos la independencia judicial y combatamos con firmeza la corrupción. Que rediseñemos el sistema tributario para premiar la formalidad y la inversión. Que impulsemos una agenda real de competitividad y libertad empresarial. Y que reconstruyamos la confianza para reactivar el clima de inversión, equilibrando lo público y lo privado en salud, pensiones y educación.

Colombia no puede seguir el camino de la esclavitud moderna que nos ha dejado el “cambio”. Esa que estrangula al empresario, desincentiva la inversión, vulnera las instituciones, estigmatiza la prensa y promueve odio y resentimiento.

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