“Síndrome de doctoritis aguda”: una patología social crónica

Con el inmenso respeto que le tengo a todos los “doctores” que conozco, quiero explicar que la palabra Doctor, se puede otorgar a: 1. “Persona que ha conseguido el último grado académico en la universidad, después de haber defendido una tesis doctoral”, o, 2. “Persona que se dedica a curar o prevenir las enfermedades, aunque no tenga el doctorado”.Sin embargo, esta palabra mal utilizada, se ha convertido en una expresión de respeto para referirse a cualquier persona.
Lo que quiero abordar en sí, y a lo que realmente me quiero referir en este escrito, es sobre aquellos que sì exigen que se les diga “doctor” lo que ambientarè con esta historia: Hace unos años fue nombrado en la Alcaldía de Ibagué, en uno de esos cargos de libre nombramiento y remoción que se dan después del primero de enero cada 4 años, un conocidopersonaje de la política criolla. El hombre a quien distinguía desde tiempo atrás muy seguramente tenía su títuloprofesional, requisito necesario para haber sido designado en el cargo, no tenía una muy buena apariencia y su forma de hablar era más bien tosca. Por cosas de la vida requerí ir a su despacho para solicitar una información relacionada contrámites administrativos normales, lo saludè por su nombre, me despedí por su nombre, lo tratè de manera amable y con la frescura que me caracteriza, notè que algo no estaba bien,sin embargo, seguí mi camino. Días después, requerí nuevamente visitar al personaje para continuar con el trámiteadministrativo que me correspondía realizar. Afortunadamente me lo topè en la entrada de su oficina, por lo que lo abordè sin más preámbulos solicitando lo requerido……, me contestò, por favor comuníquese con mi secretaria, a lo cual accedí amablemente. Una vez entablèconversación con la secretaria, una mujer con ínfulas de superioridad me dijo de manera tajante, al “doctor” no le gusta que lo llamen por su nombre, es un irrespeto para él. En ese momento realmente me quedè sin palabras antetamaña exigencia; ahí sì entendí como por qué era la cosa: el hombre a quien había conocido años atrás, estaba más que inflado por su cargo y exigía a sus subalternos que le llamaran “doctor”.
Así como el pintoresco amigo, existe una cantidad de personas que se sienten irrespetadas o por debajo de su nivel de autoridad o despreciadas por su interlocutor al no ser catalogadas como doctor o doctora. También existen personas que cuando se les dice doctor, responden, gracias por el título, pero advierto que aún no ostento el título de doctorado. Aunque por simple que pueda parecer, es una actitud sincera y admirable.
Por esas cosas del destino, tuve la casualidad de acompañar a un buen amigo, Doctor en Economía y PhD en Ciencias Económicas, a un evento organizado por la Universidad Nacional, un encuentro de doctores y post doctores, donde se debatía sobre la difícil situación de tan ranqueados y sobre valorados profesionales para conseguir trabajo en Colombia. Noté que a pesar de estar en un círculo de verdaderos doctores, el ambiente era muy normal, se llamaban por su nombre, eran sencillos y joviales, algo realmente grato estar rodeado de tantas mentes brillantes, científicos e investigadores que ni usaban corbata, ni exigían ser llamados doctores a pesar de su preparación y prestancia intelectual.
Pido disculpas a todo aquel amigo “doctor” que se sientaofendido por estas apreciaciones. Realmente no espero herir susceptibilidades, muy seguramente cuando me los encuentre por la calle o en alguno de sus despachos u oficinas, no les llamaré por su nombre y si les digo doctor, será con el ánimo de evitar cualquier tipo de molestia.
Lo anteriormente descrito hace parte del pensamientosumiso y convergente que caracteriza a los colombianos, es parte de nuestra idiosincrasia y del arraigo paternalista con el que nos educaron.
Esta columna está dedicada a todos los verdaderos y honorables doctores, a esos que sè sì se han esforzado por alcanzar tan importante y noble título académico o de las ciencias de la salud.