Desmarginalización: la gran obra social de la que nadie habla en Ibagué

Un candidato a la alcaldía municipal viene hablando claramente de la educación para el desarrollo, el otro, de una Ibagué como ciudad de la vida, la otra, de como seguir evolucionando, el de aquí, de una Ibagué como territorio de vida, el de allí, de como gerenciar la ciudad, el de allá, de cambios para la seguridad, y el de acá, de como Ibagué volverá a crecer; pero a ninguno de los candidatos, se le ha escuchado un compromiso real y cierto, frente los cinturones de miseria que abundan y se multiplican en la ciudad. Condición que obliga una indispensable obra social, llamada, desmarginalización urbana y rural.
Así el planteamiento esté embozado por los candidatos, así no lo aborden, no lo definan o simplemente lo desconozcan. No deja de sorprender entonces, que los aspirantes, no enfaticen en la emergencia social que vive Ibagué por cuenta de tanta marginalidad en una ciudad donde reina el desempleo, la pobreza y la desigualdad.
La incidencia de esa pobreza extrema, es tal, que obliga que lo social sea determinante y urgente, que ella deba ser abordada por los aspirantes con suficiencia, y por encima de cualquier otra propuesta programática; y que sea también, un compromiso de primer orden, pues la bomba social que vive la ciudad, tendrá que ser desactivada de inmediato y sin contratiempo, con un plan de choque que genere inclusión y oportunidad para nuestra gente.
Se tiene que hablar de legalización de ciertos sectores y barrios, para que lleguen luego los servicios básicosdomiciliarios, el alumbrado público y presencia gubernamental, e igualmente en el sector rural con viviendas dignas, con baño y cocina. Se tiene que hablar entonces de reubicación, de titulación y entrega de bienes fiscales a los ciudadanos más pobres, de formalización en serio y en serie, pues casi un centenar de barrios y sectores de la ciudad, siguen esperando, ya por años y hasta por décadas, ser reconocidos por las autoridades gubernamentales.
La administración pública, parece no dimensionar la angustia que vive un gran número de familias ibaguereñas, cuando no se tiene techo ni arraigo, cuando no se pertenece a ningún lado, o cuando se es invisible para los dueños del poder. Se estaría siendo inferior a la condiciónde aspirante a mandatario, cuando no se pone en los zapatos de un padre de familia residente en esos asentamientos de miseria, que en el mejor de los casos duerme sentado por el temor de ser revictimizado con otro desplazamiento, tragedia o despojo; cuando ese padre de familia tiene que escoger entre darle desayuno o almuerzo a sus hijos, porque no hay para los dos golpes. Pues si no es así, ese funcionario no sirve para servir, ni el político para la política, pues lo social, es la esencia de ese oficio. Ser alcalde es un trabajo por demás decente, para encontrar el verdadero desarrollo socioeconómico de su pueblo y de su comunidad.
Esa otra Ibagué, obliga a una reflexión urgente y mirada incluyente, hacia esos sectores marginales y pobres. Esa otra Ibagué que ha estado ahí presente por décadas y que hoy, requiere con urgencia se le reconstruyan sus calles, sele formalice como asentamiento y se le mejoren susservicios básicos y condiciones comunitarias. Esa otra ciudad que sigue esperando el cumplimiento de promesas electorales incumplidas, para mejorar sus condiciones de vida. Esa otra ciudad donde no llegan las obras, pero si los candidatos.
Según Ibagué como Vamos, la ciudad tiene 703 barrios;cantidad muy diferente y superior a la establecida por la misma alcaldía municipal, donde ya se viene legalizado un centenar de ellos. Sin embargo, allí en el municipio, no se evidencia a ciencia cierta, cuantos barrios y/o asentamientos tiene la ciudad, y menos, cuantos de ellos se mantienen en la informalidad, y tampoco se evidencia, el grado de marginalización urbana y rural que tiene Ibagué. Pues como se advierte, ellos, los marginados, parecen invisibles ante las autoridades municipales; pero ahí están y siguen esperando la ayuda de quienes seguramente han elegido, periodo tras periodo.
Con una administración municipal, totalmente austera, donde sus gastos administrativos y operativos sean los mínimos requeridos, se podría estar ahorrando los miles de millones que reclama esta gran obra social llamada ¨desmarginalización urbana y rural¨, la más urgente e importante que tiene por desarrollar hoy la ciudad.