El poder de la familia

Hace unos años cuando el gobernador del Tolima, Óscar Barreto, hacía un reconocimiento al señor Eladio Montoya, mi padre, como fundador del colegio en el municipio de Casabianca; Eladio agradeciendo tanta generosidad del señor gobernador, manifestó públicamente, que le daba física pena recibir exaltaciones pues en su formación sacerdotal había aprendido que ellas eran solo para Dios. Agradeciendo a la vida por haber podido servir a su pueblo y a su gente, muchos de sus amigos, paisanos y familia, entre muchos allí presentes, aprendimos que el verdadero liderazgo consistía en tener la facultad de servir sin esperar recompensa alguna, más que la oportunidad misma de volverlo a hacer.
Casabianca era su familia, y servirles su propósito de vida. El pueblo disponía de su tiempo y sus cosas, con el mismo derecho que cualquiera de sus hijos, su impronta de vida rezaba que la educación formaba seres independientes, autosuficientes y especialmente seres humanos. Para el, educar a través del poder de la familia era hacerlo con principios y valores, era obrar con el ejemplo.
Este poder de la familia no es precisamente el poder político que ostentan hoy, algunas familias que han gobernado por décadas países y regiones, y que organizan alianzas de parentesco para dar continuidad a su reconocimiento y ascendencia social, para mantenerse en el poder por generaciones, determinando quien entra y sale de la institucionalidad o quien goza o no de las mieles del poder. Se trata del otro poder, de la capacidad como familia para formar y transformar una sociedad, especialmente cuando se educa la persona para hacer la parte de una colectividad, que surge de fines compartidos, como decía Max Weber, como resultado de una interacción entre si, es decir por aquello que los mueve o aquello que los convoca.
Cuando la educación se soporta en la familia y la familia actúa como agente educativo, se afianza la condición humana, gana la sociedad y se valora la institucionalidad, se aprende a respetar al otro y a si mismo como parte de un todo. Muchas Investigaciones buscan contribuir a la reflexión, de como la misma educación formal se limita cuando desconoce o se niega reconocer otros ambientes complementarios, culturales y educativos propios del seno familiar, como los expuestos por la licenciada Rocío Morales en su ¨Análisis del papel de la familia en el ámbito de la educación formal e informal¨, y es que la familia con su poder, no solo repercute en la formación primaria de niños y niñas, también logra influenciar en los oficios que sus miembros desempeñan y desempeñarán para ganarse la vida; oficios muchas veces aprendidos allí en su entorno familiar y posteriormente afianzados con la educación formal o convencional.
Si aquí en el Tolima logramos redimensionar el papel fundamental de la familia en la construcción de una nueva sociedad soportada en la educación integral con valores y principios cristianos, estaríamos formando seres humanos independientes autosuficientes y respetuosos con los demás, estaríamos apostando a una verdadera trasformación desde lo local. Si logramos fortalecer la familia, ella será determinante para el desarrollo integral, profesional y técnico que necesitamos como sociedad y como región.
Ahora bien, en el emprendimiento económico el apoyo familiar es fundamental, pues su éxito o fracaso es de todos, y especialmente en Colombia que el emprendimiento no tiene la ayuda gubernamental, no goza de capital semilla ni acceso al crédito formal y generalmente nace en la informalidad. En Colombia 5 millones de emprendimientos son por cuenta propia e interdependientes con su propio núcleo familiar, es decir, se reparten oficios entre si, y solo ellos subsisten o sobreviven de su propio esfuerzo. Por ello, el poder de la familia en la construcción de una sociedad es mas que importante, determinante.
Entonces como no dimensionar el poder de la familia en la trasformación de nuestra sociedad, si es que la solidaridad, la amistad, el respeto, la confianza y todo aquello que dignifica al hombre se da desde la familia. Como no hacerlo si es la esperanza transformadora, es la estrategia y el camino.