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Ética corporativa: nueva dimensión de la educación empresarial

El reciente caso de la suspensión de seis miembros de la Junta Directiva de la Cámara de Comercio de Villavicencio debe llevarnos a reflexionar sobre los indiscutibles cambios en todas las áreas de la formación universitaria.
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28 Feb 2021 - 8:12 COT por Ecos del Combeima

CASO VILLAVICENCIO: ¿CAMPANAZO DE ALERTA?

En días anteriores a través del diario La República y replicado por toda la prensa económica del país la noticia de la suspensión de seis miembros de la junta directiva de la Cámara de Comercio de Villavicencio, una de las más importantes del país por su extensa jurisdicción que no solo comprende el departamento del Meta sino varios departamentos de la región de la Orinoquía (Vichada), la Amazonía (Vaupés y Guainía) y el municipio de Paratebueno, Cundinamarca. 

Dicha situación ha salido a la luz desde hace un año de manera valiente por parte del Periódico del Meta, diario regional independiente que investigó la repetición de una serie de irregularidades que en 2009 dieron idénticas razones para la suspensión de miembros de junta de la citada corporación por nombramientos irregulares y actuaciones poco transparentes con el presupuesto de la misma. 

Solamente que esta vez las denuncias indicaban que de las más de 50 cámaras de comercio existentes en el país en 2019, fue la única que entregaba pérdidas dentro de su balance financiero y además de pagar multas a la SIC e incluso estar a punto de perder la jurisdicción del departamento de Vichada. 

Dada la naturaleza de funciones mixtas que tienen estas entidades no están exentas de algunas particularidades negativas de las entidades públicas que han tenido como resultado en muchos casos la ineficiencia administrativa, las carencias de la naturaleza democrática de sus juntas que debería promover la participación de sus socios y dejando que grupos económicos de poder en cada jurisdicción de manera casi que única se presenten período tras período a la presidencia de las mismas, realizando una mezcla poco recomendable entre intereses políticos y la naturaleza gremial y gerencial de estas instituciones.

Y, por si fuera poco -y que quede claro que no es intención en este espacio estigmatizar el ejercicio sindical, tan necesario para el desarrollo productivo- es la única entidad de su clase en Colombia que cuenta con dos organizaciones sindicales cuyo origen es la perpetuidad de los privilegios de directivos y funcionarios de planta que desean generar poder dentro de la entidad mediante la creación de nóminas paralelas a través de los contratos de prestación de servicios, cumpliendo las funciones misionales que los trabajadores de planta no ejercen por diseños y cláusulas de contratos sindicales hechos a medida de dichos intereses. 

UNA REFLEXIÓN ETICO-TÉCNICA

Lo anterior, puede sonar a una película de horror o a las cada vez menos sorprendentes noticias de denuncias de corrupción habituales en los medios de comunicación colombianos, lo que ha generado una mezcla peligrosa de resignación e indiferencia, que peligrosamente se convierte en complicidad. Y no es un tema menor para rescatar un ámbito que está tomando de nuevo fuerza en el ejercicio gerencial en esta nueva realidad: la ética profesional. 

Durante años, las ciencias administrativas tomaron una posición de imitar la sofisticación del lenguaje y la preocupación excesiva por igualar la producción científica teóricas de las ciencias exactas, naturales y las ramas de la ingeniería.

Esta tendencia surge en los años cuarenta en los Estados Unidos con el boom económico que se proyectaría décadas más adelante consolidando su hegemonía económica -su territorio no fue tocado por ninguna confrontación armada- con el surgimiento de diferentes escuelas administrativas surgidas de la experiencia del manejo de la eficiencia en las fábricas. 

Inevitablemente esto tocaría la especialización de los directivos empresariales desde los cursos cortos hasta los niveles de maestría -MBA y MFA-, creando una generación de docentes administrativos netamente teóricos y con carrera en la docencia universitaria, pero que jamás habían administrado ningún tipo de negocio. Esto, ha sido peligroso no solamente por el alejamiento de la realidad, sino que al no conocer el contexto de la “vida real empresarial” no se pueden transmitir las impresiones y evolución de las fuerzas de poder y dinámicas del mundo empresarial, y sobre todo, la necesidad de un comportamiento ético, diferente al modelo desarrollista e implacable del “empresario sin corazón” que ha hecho parte del marketing desde el fin de la Guerra Fría hasta nuestros días.  

La ética no es un adorno, no es la noción de la “clase de costura” del colegio o una forma de vender prejuicios y creencias religiosas determinadas. Es la pauta esencial del comportamiento racional y justo del ser humano en la sociedad. Está muy bien que los entes de control actúen con todo el peso en cualquier acto ilegal público o privado, no obstante, el problema debe ser erradicado de raíz: desde la base formativa y realizando una matriz transversal con la ética corporativa y profesional para cualquier persona que llegue a estas instancias. 

¿Podremos dar el primer paso?

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El país no puede seguir indiferente ante esta realidad. No hay reforma más importante que la que hace real el futuro a quienes están hoy atrapados en la desesperanza. Porque si no les damos oportunidades, lo único que quedará es frustración y resentimiento.

Después de toda borrachera, llega el guayabo, y no solo el terciario, sino el de las malas acciones.

Durante los meses de junio y julio, el departamento del Tolima se convierte en un epicentro de tradición, identidad y dinamismo económico gracias a la fuerza de sus festividades folclóricas.

Al revisar las cifras, encontramos que Tolima es el segundo mayor productor de algodón en el país. De las cerca de 7.500 hectáreas sembradas anualmente en Colombia, aproximadamente 2.500 se cultivan en nuestro departamento. A pesar de los avances en semillas y tecnologías agrícolas, la productividad aún es baja.

No está lejos, toca seguir avanzando, y en esa mejora continua, llegar al ¨Top 10¨ de los departamentos más productivos y competitivos.

Ibagué y el Tolima entero viven por estos días una época de fiesta: música, tradiciones folclóricas y gastronomía atrapan a visitantes y locales.

¿De qué sirve inaugurar una obra millonaria si no funciona? Esa es la pregunta que muchos ibaguereños nos hacemos ante el fallido estreno del acueducto alterno, una mega obra que prometía liberarnos de los constantes cortes de agua y la dependencia exclusiva del río Combeima.

¡Lo volvió a hacer! El representante a la Cámara, Gerardo Yepes hace méritos para obtener el título de indisciplinado del año al interior del partido Conservador.

¿Cómo es posible que, a pesar de contar con presupuestos, políticas y documentos que advierten sobre la importancia de tomar medidas, aún no tengamos campañas bien estructuradas para reducir el consumo de agua?

Hemos sido engañados, por altos estamentos nacionales quienes desconocen y pretenden minimizar las grandes falencias de este “antisistema de salud” fundamentado sobre la intermediación financiera.