Gente Tóxica: 3 Tips para identificarlos, gestionarlos o huir

Todos alguna vez fuimos venenosos, incómodos, dañinos y ponzoñosos para otros y otras.
Y es que contagiarse de la toxicidad es muy fácil si no se tiene un carácter estructurado, de esos que miran alto hacia sus objetivos y se sostienen en la intención de trabajar en ellos, marcando límites y haciéndolos respetar, por encima de los ruidos y las malas energías que pululan alrededor.
La gente tóxica te puede lastimar si te dejas. Son adictos emocionales a herir y necesitan robar energía al mejor estilo conde Drácula.
Esto se ilustra más nítido si recorremos en esta historia situaciones de la vida cotidiana y es que todos conocemos gente llena de oscuridad que siempre está viendo problemas para cada solución, construyendo muros donde hay autopistas y llevan su tormenta a cualquier paisaje, oscureciendo el panorama de cielos azules con su visión pesimista y siempre orientada a desvirtuar las cosas positivas y buenas que la vida pone a nuestra disposición.
He estudiado mucho el fenómeno de esta clase de gente, pues en mi experiencia laboral y de vida he tenido que sortear y generar estrategias para armonizar con equipos de trabajo donde siempre, absolutamente siempre, hay mínimo un personajillo de estos y otro que le secunda y le celebra su veneno y así multiplica y segrega más toxicidad.
«Las personas tóxicas se adhieren como bloques de hormigón atados a sus tobillos, y luego invitan a nadar en sus aguas envenenadas».
-John Mark Green-
Pues bien, aquí les dejo tres sencillos tips para identificarlos y también las maneras en que los he neutralizado o he emprendido mi huida.
1. Victimización constante.
Estas personas están en constante estado de queja, aburrimiento y mala actitud ante la vida.Para esta gente todo está mal porque su visión está llena de oscuridad y nada, por bueno que parezca, nada está bien y todo tiende a empeorar. Sus postulados internos están llenos de culpa, sienten que no merecen nada porque su autoestima necesita ser trabajada y fortalecida. Estas personas casi siempre están cargando con mucho dolor y situaciones sin resolver. Esta gente la puedes identificar muy fácil: siempre están hablando desde el “me” me hicieron, me lastimaron, me arruinaron la vida, me sacrifiqué por esto y no funcionó entonces me siento triste, me, me, me. El lenguaje construye o destruye nuestra vida y en el caso de los tóxicos, su veneno se transforma en palabras y sus constructos lingüísticos siempre estarán llenos de dramas incesantes que levantan nubes oscuras y por consiguiente solo escucharás de sus labios palabras cargadas de pesimismo, dolor y frustración. El tóxico víctima siempre está escondido detrás de sus quejas, siempre está a la sombra de lo malo que le ha pasado, incapaz de ver las oportunidades y cegado por sus ganas de permanecer en la mediocridad y el bajo desempeño.
La mejor manera de neutralizar esta característica es primero que todo, mirándolos y sintiendo su presencia con compasión, entendiendo la compasión no desde la lástima sino desde la comprensión; estas personas están llevando cruces que le pesan, que no saben cómo gestionar y por eso descalifican a todo y a todos. No hay que engancharnos con estas personas y mucho menos dejar que su oscuridad nos opaque nuestra luz, hay que mantenernos firmes y responder con comentarios que desborden positivismo y eclipsen su horror ante la vida. Esto corta de tajo su reactividad, pues no sabrán que contestar ante una visión clara, benevolente y agradecida sobre las situaciones. Mostrar y demostrar que todo marcha como debería marchar y tiende a mejorar, basado en hechos y con argumentos, es la mejor manera de hacer ver a un tóxico que sus postulados no tienen piso. No somos salvadores de nadie, simplemente hay que delinear los bordes y quien no quiere sumar, por lo menos que no reste.
2. No Sonríen nunca
Generalmente las personas tóxicas tienen su ceño fruncido, su rostro refleja la amargura de su alma y comunican con su lenguaje no verbal su inconformismo. Neutraliza esta manera de impactar negativamente tu entorno con una gran sonrisa, llena de autenticidad y convicción, desde el agradecimiento. Sonreír e ignorar. Esa es la fórmula. Si sonríes le quitas el sustento de su amargura y le muestras que no te toca. Si sonríes y muestras una actitud agradecida, estarás desbaratando sus postulados de tristeza y frustración. En mi vida personal tuve que lidiar con una energía negra y llena de agujeros sin fondo. Fue complicado al principio mientras logré comprender que nadie avanza si no quiere y que nadie puede ser ayudado sin involucrar su voluntad y generar acción. Al comprender y aceptar que no era yo quien iba a ayudar a esta persona simplemente porque ella estaba cómoda siendo tóxica, y sin sentir que me daba por vencida en mis intentos por lograr relacionarme de manera exitosa, lo que hice fue cerrar el capítulo y seguir mi camino. Nadie puede dar de lo que no tiene y a veces hay que tomar decisiones que blinden nuestros propósitos y hay que dejar atrás lo que nos pesa y no nos deja volar. Todo depende de lo que quieras en tu vida. Yo quiero sonreír y ser feliz y dejaré atrás una y mil veces lo que me aleje de ese propósito.
3. Tratan mal a la gente que le sirve
No hay mejor manera de identificar a un tóxico que observando sus modales y su forma de dirigirse a quien le sirve. Tendrán siempre algo malo que decir de quien está a su servicio y pondrán sus defectos y sus áreas de mejora encima de la mesa, exhibiéndolos como si fueran trofeos.
El agradecimiento y la bondad no están en su lista de cualidades. La manera de neutralizar y paralizar esta clase de comportamientos es pintando de azul celeste su negro panorama. Sí, yo propongo no ignorar estos comportamientos sino combatirlos. La gente que nos sirve es la que mejor deberá ser tratada y cuando nos sirven bien hay que reconocerlo, hacerle saber a la gente que estamos complacidos y nos sentimos bien tratados. Conocí a un trabajador a quien las cifras lo acompañaban casi siempre en su desempeño pero se caracterizaba por ser arrogante y tratar con desprecio a las personas de servicios generales. Siempre que yo tenía oportunidad, resaltaba la labor de estas personas delante de este personaje y le daba lecciones de humildad y respeto. Terminó por dejar sus malos tratos. El ejemplo arrastra fuerte y no da espacio para la duda.
El mejor antídoto para combatir a la gente tóxica es no parecerse a ellos. Hay que ser valiente para desarrollar la capacidad y el gran talento de auto observarnos para alejarnos lo más posible de comportamientos venenosos que nos hagan perder el foco y la decisión de vivir en armonía, a todo nivel.