Sigue la incertidumbre: la doble calzada Ibagué – Cajamarca en veremos

Como lo manifesté en una de mis anteriores columnas publicada el 3 de diciembre de 2023 y titulada: La doble calzada Ibagué – Cajamarca, “crónica de una muerte anunciada”, la situación del tramo Ibagué – Cajamarca es realmente compleja desde las diferentes perspectivas.
Para conocer la dimensión del problema vale la pena mencionar que el corredor logístico o corredor vial Bogotá – Buenaventura tiene un trayecto total de 510 Kms por el cual se mueve aproximadamente el 75% de toda la carga por carretera del país representada en mercancías nacionales e importadas, alimentos, materiales de construcción, turistas y pasajeros regulares, entre otros.
El tramo Ibagué – Armenia que abarca unos 75 kilómetros con un tiempo estimado de 2 horas y 20 minutos para automóviles y de 3 a 3,5 horas para camiones o tractocamiones, comprende dos escenarios: el cielo y el infierno. El cielo está representado en la doble calzada que inicia después de pasar el casco urbano de Cajamarca, un tramo en el que se experimenta paz interior gracias a la amplitud, seguridad, funcionalidad y versatilidad de este paso y donde el paisaje montañoso andino ofrece una grata experiencia. Por otro lado, el infierno es el paso comprendido por el tramo Ibagué – Cajamarca, un trayecto de apenas 30 km que genera enormes dudas e incertidumbre para transportadores, empresarios, productores, gobernantes locales y la comunidad en general. Después de apostar por esta billonaria inversión tan necesaria para el país, todo se ha convertido en un manto de dudas al no saber cuál será el futuro de uno de los trayectos más importantes del país.
Aunque ya se surtió un complejo proceso jurídico llevado a cabo por un tribunal de arbitramento el cual determinó que la empresa concesionaria App GICA no continuará con el desarrollo de este trayecto concesionado por falta de garantías financieras respecto de los plazos de ejecución, se decidió que la empresa concesionaria deberá llegar a un acuerdo con el gobierno nacional con el fin de garantizar la operación del trayecto, pero también permitir la recuperación de esta billonaria inversión.
Cabe explicar que esta situación se generó debido a la imposibilidad de cobrar el peaje de Coello-Cocora, cuyos recursos necesariamente deberían ser recaudados por parte de la concesionaria en el marco de la relación CAPEX y OPEX para garantizar el balance financiero del ejercicio de concesión. Al haberse impedido el cobro de este peaje en su debido momento por situaciones presentadas como los paros generados por algunos habitantes de la comunidad impidiendo la instalación del peaje, la falta de voluntad por parte de ciertos actores de Cajamarca para definir el trazado de la vía, así como la no actualización de las tarifas por parte del gobierno nacional en su debido momento, el broche quedó abierto y más del 70% de los usuarios pasaron sin pagar mientras un bajo porcentaje utilizó el moderno y ambicioso viaducto en el que se ahorra un considerable camino y tiempo siempre y cuando se pague el peaje de Cocora. El engranaje financiero se perdió y este inmenso barco quedó a la deriva sin el combustible necesario para navegar.
El gobierno nacional no tiene un panorama claro frente a semejante cuello de botella que afecta la competitividad del país. Este problema, además de impactar al Tolima y al municipio de Cajamarca (gran despensa agrícola de Colombia), afecta a todo el país. En la reciente visita del señor Ministro de Transporte a la ciudad de Ibagué, se generaron más dudas y preocupaciones de las que ya existían en el ambiente. La principal preocupación radica en la falta de planeación, voluntad y garantía por parte del gobierno nacional para la continuidad de este proyecto. En este sentido, el señor Ministro William Camargo planteó el cobro de valorización como alternativa para garantizar la continuidad del proyecto. El sinsabor es enorme pues no se vislumbra ninguna luz en este túnel de incertidumbre. Aunque la propuesta del ministro es ambiciosa, resulta poco factible teniendo en cuenta que esta no es una acción importante sino urgente.
Buscar una solución concertada requiere liderazgo, compromiso y unidad. Este no solo es un problema del gobierno nacional, es de todos, por lo que se requiere un arduo trabajo y un liderazgo decidido por parte de quienes quieran tomar las banderas de la solución a una problemática que tiene muchos afectados pero pocos dolientes dispuestos a asumir un compromiso real. Ya veremos quiénes se comprometen o mejor dicho, quiénes nos comprometemos para asumir este reto de país.