
La decisión de no adelantar más proyectos de exploración de petróleo y gas, fundamentada en la protección ambiental para disminuir la emisión de gases contaminantes, resulta bastante controvertible si se pretende efectuar de manera tajante y abrupta, más aún, si se asume que los ingresos que la nación percibe por estos conceptos puedan ser suplidos por el turismo y la producción de energías limpias, procesos que podrían tardar más de diez años en ser implementados.
Desde la Asociación Colombiana de Petróleo y Gas, se explica claramente que actualmente el 40% de las exportaciones nacionales dependen de la industria de hidrocarburos, así como el 20% de los ingresos fiscales y el 76% de las regalías. El país no tiene una renta sustituta o ingreso real para apalancar este desbalance, sumado a que solo tendríamos poco menos de 10 años para mantener nuestro propio abastecimiento de energía fósil.
Ahora bien, una de las grandes apuestas del gobierno consiste en generar una explotación máxima de la industria turística y que este sector sirva como sustento fiscal para el país, lo que a simple vista parece una estrategia demasiado optimista; primero setendrían que generar más de US$9.800 millones adicionales a los que ya se obtienen por dicho concepto, cifra que los gremios de agencias de viajes y hotelero (ANATO y COTELCO), consideran muy difícil de alcanzar con las actuales condiciones. Este sector debe asumir un nuevo reto al afrontar los costos impositivos de la reforma tributaria, por ejemplo: el IVA del 19% en los tiquetes aéreos, costo que las aerolíneas cargarán a los usuarios, medida bastante drástica para el turista nacional con capacidades adquisitivas muy limitadas, situación que también afecta a los turistas extranjeros que notarán un incremento en las tarifas.
Vale la pena tener en cuenta que el país no cuenta con una infraestructura aeroportuaria sofisticada y de clase mundial, el transporte terrestre viene presentando enormes dificultades, taponamientos y cuellos de botella, como lo vemos en corredores viales fundamentales tales como: la doble calzada (El Tablón - Chirajara) que conecta a Bogotá con Villavicencio y todo el oriente del país , la vía Rumichaca – Pasto con inversiones de más de 2.5 billones de pesos en un corredor vial con múltiples problemas estructurales, la vía Medellín - Bogotá, con infinidad de baches y dificultades operativas y que decir de la vía probablemente más importante del país, (Bogotá – Buenaventura) que presenta tramos como el trayecto Bogotá – Girardot, un verdadero calvario, a pesar de las inversiones por más de $5.2 billones, el proceso marcha a paso de tortuga, estimándose la entrega de este corredor para finales de 2025.
Muchas expectativas, pero muy pocas condiciones
Al anterior coctel de dificultades, habría que agregarle, los cada vez más crecientes problemas de inseguridad que nuevamente esta afrontado el país, lo que podría generar una percepción de riesgo para los turistas extranjeros que tienen intenciones de hacer turismo en Colombia. El sector se vio bastante afectado por las medidas incluidas en la reforma tributaria, no solo por el IVA en tiquetes del cual se hizo mención, sino también en las tarifas hoteleras que también son gravadas con un 19%, además por la pérdida de incentivos a remodelaciones o construcción dehoteles, que se incrementa en más del 30%, lo que desestimula enormemente la inversión nacional y extranjera en el segmento del cual se espera sea el soporte económico a la nación.
Adicionalmente el segmento económico del turismo, genera otros encadenamientos complementarios (hacia adelante y hacia atrás de la cadena), que benefician microempresas, micronegocios y personas que viven en una economía de subsistencia informal, lo que implica una mínima formalización y por ende una muy baja tributación para el estado. La gran mayoría de proyectos turísticos son de capital privado, lo que favorece la generación de riqueza y empleo en las regiones del país; sin embargo, los empresarios del sector han expresado su preocupación frente al aumento salarial para 2023 y al comportamiento inflacionario, pues los costos fijos y operativos se verán aumentados drásticamente, perdiendo rentabilidad y competitividad en el sector.
Son muy pocas las zonas del país que están medianamente preparadas para el desarrollo y prestación de un turismo de clase mundial y alta calidad, la realidad es que muchos territorios tienen altas limitaciones para la llegada y acceso de turistas, esto a causa de las enormes deficiencias estructuralesque presentan la mayoría de ciudades y municipios del país. Quedo demostrado en esta temporada(diciembre – enero) que el turismo de carga como el presentado en Salento y Filandia, Guatapé o Melgar, entro otros, genera inmensas afectaciones socio-ambientales y pocas retribuciones económicas. No se le puede cargar con la cruz de nuevo motor económicoa un sector como el turismo, que de por si tiene muchísimas dificultades para su subsistencia.