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Álvaro Alvis “Barranca”, el alma de la rumba ibaguereña

Álvaro Alvis, conocido como DJ Barranca, cuenta cómo la música, la familia y la fe le han dado sentido a su vida, y por qué sigue siendo uno de los nombres más recordados de la noche ibaguereña.
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20 Jul 2025 - 7:36 COT por Juan Manuel Díaz Borja

A sus 45 años, Álvaro José Alvis Martínez —más conocido como DJ Barranca— ha dedicado más de la mitad de su vida a ponerle banda sonora a las noches ibaguereñas. Aunque de niño soñaba con ser arquitecto, el destino lo llevó por otro camino: el de las consolas, los beats y las pistas de baile.

Nacido en Barrancabermeja, Santander, y radicado en Ibagué desde 1993, el seudónimo “Barranca” nació de la espontaneidad: uno de sus profesores de baloncesto no recordaba su nombre y empezó a llamarlo así por su ciudad de origen. El apodo se quedó para siempre y terminó marcando su identidad artística.

Su amor por la música empezó en casa, impulsado por su padre Carlos José Alvis Melendro, un apasionado coleccionista de vinilos, acetatos y casetes. Desde joven “Barranca” se encargaba de animar las fiestas familiares, lo que pronto lo llevó a experimentar como DJ en el Colegio Tolimense de donde es egresado. Aunque al principio su técnica no era perfecta, su pasión era evidente.

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Durante los años 2000 inició estudios en Ingeniería de Sistemas, carrera que tuvo que abandonar por circunstancias personales. Más adelante se formó como Tecnólogo en Gestión Logística y tiempo después retomó su camino académico culminando Ingeniería Industrial en la Universidad del Área Andina. Aun así, su verdadera vocación siempre ha estado entre tornamesas, parlantes y los vídeos musicales.

El salto al profesionalismo llegó cuando la discoteca Sabor en el Hotel Pacandé— le dio la oportunidad de trabajar y recibir su primer pago como DJ en 1998. Desde entonces, su carrera no ha parado de crecer. “Barranca” ha sido DJ residente en decenas de los principales bares y discotecas de Ibagué, entre ellos: Mangle, Sokho, Blue, La Baranda, Puerto Mojarra, Santa Mónica, El Cortijo de Santa Clara, Altamirada, Don Juan, entre muchos otros, y actualmente trabaja para Distrito 71, uno de los sitios de rumba de moda en Ibagué.

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Sus referentes musicales incluyen a íconos como los británicos Carl Cox y Fatboy Slim, figuras internacionales que lo han inspirado no solo por su talento, sino por su capacidad de conectar con el público. Precisamente, esa conexión es lo que más valora de su oficio: “Ser DJ es aprender a leer al público, saber lo que necesita, saber cómo hacerlo vibrar. Es un arte que requiere intuición y conocimiento musical”, asegura.

Aunque disfruta de muchos géneros musicales, confiesa ser amante del vallenato. Sin embargo, su versatilidad le permite navegar por todos los estilos: reguetón, salsa, bachata, electrónica, música plancha, rock en español, entre otros. “La música es un arcoíris. Siempre está cambiando, y como DJ, uno debe cambiar con ella”, afirma.

A lo largo de casi tres décadas de carrera, ha compartido escenario con artistas de talla nacional e internacional como el Grupo Niche, Maelo Ruiz, Silvestre Dangond y Santiago Cruz. Recuerda especialmente una noche en un hotel de Ibagué cuando, tras iniciar su set, le pidieron detenerse porque “el maestro” había llegado. Era Maelo Ruiz. Minutos después apareció también Iván Villazón. Ambos artistas, dice, fueron cálidos y generosos con él, y esa noche quedó grabada para siempre en su memoria.

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Sobre la rentabilidad de la profesión, reconoce que depende de múltiples factores como la ciudad, los empresarios y el lugar de trabajo. “Ser DJ puede ser rentable si se hace con profesionalismo y pasión. La clave está en crear experiencias únicas para el público, hacer que vuelvan al lugar donde uno trabaja por la música que uno pone”, señala.

En cuanto a la escena nocturna de la capital tolimense, es optimista: “En los últimos cinco años, la rumba en Ibagué ha crecido mucho. Hay sitios con buena inversión y talento local. El DJ que se forma aquí, puede tocar en cualquier parte del país”. Afirma “Barranca”.

A pesar del ritmo acelerado de su trabajo, Álvaro Alvis no pierde de vista lo más importante: su familia. Su esposa, sus padres, su hermana y su hija son su mayor fuente de apoyo e inspiración. También su fe en Dios, a quien le atribuye cada logro, cada noche de música y cada momento compartido.

“Una cosa es estar en medio de la rumba, pero otra es saber regresar al hogar. Siempre que el tiempo me lo permite, intento estar con los míos. Ellos me impulsan a ser mejor persona y a ser mejor profesional. Que toda la gloria sea para Dios”, concluye.

En más de dos décadas de estar amenizando fiestas y eventos de entretenimiento nocturno en la ciudad musical, “Barranca” afirma que ya es un ibaguereño más, pues la ciudad le ha dado todo, y sueña con que las buenas rumbas no paren, eso sí, sanas y con muy buena música.