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Un refugio natural que busca controlar el tráfico de especies 

En Colombia es muy normal ver como mascotas a distintas especies que son consideradas salvajes o silvestres El Bioparque Ukumarí es un sitio para que los animales vivan en paz y en un entorno natural. 
Imagen
Raúl Murillo, gerente del Bioparque Ukumarí.
Crédito
Ukumarí
8 Ago 2025 - 9:32 COT por Alfonso Aya Roa

Como una respuesta al abandono de especies animales por parte de traficantes o de quienes los compran el Bioparque Ukumarí se ha convertido en un refugio natural que busca acoger a estas especies.

Este santuario de flora y fauna, de origen público, nació de la transformación del antiguo Zoológico Matecaña en Pereira, y su misión principal es salvaguardar la biodiversidad de la región y del país.

El gerente del Bioparque, Raúl Murillo, dijo que cada año, más de 40 mil animales silvestres son decomisados en Colombia, un país con una gran diversidad y, al mismo tiempo, una de las principales rutas del tráfico ilegal de especies en América Latina. 

Ukumarí ha recibido decenas de estos animales: tortugas, primates, aves y felinos víctimas del comercio ilegal, algunos con traumas irreversibles. “Reconstruimos lo que el tráfico históricamente rompió en nuestro país: la dignidad de un animal que vive en su ecosistema”, afirmó Murillo Betancur.

Una de las ventajas de este lugar es la ausencia de jaulas, lo que permite que cada especie se encuentre en ambientes similares a los de su hábitat natural. Esto les brinda la oportunidad de desarrollarse y reproducirse en condiciones que emulan su entorno original.

Creado en 2015, este parque temático abarca 40 hectáreas y ofrece dos ambientes distintos: la región andina y la sabana africana. Sirve como hogar para el traslado de especies animales, tanto nativas como de otras partes del mundo, proporcionándoles un entorno silvestre y natural.

En la zona de sabana africana se encuentran algunos de los hipopótamos, jirafas, cebras, elefantes y rinocerontes que fueron rescatados de la hacienda Nápoles.

También se pueden apreciar especies nativas como monos, loros, guacamayos tucanes y otros animales que son producto del tráfico ilegal de animales en Colombia.

Con una afluencia anual cercana a los 330 mil visitantes, el Bioparque Ukumarí ha consolidado una experiencia inmersiva que despierta conciencia desde el primer paso y representa una oportunidad de vida en los mejores entornos posibles para la fauna nativa y rescatada. 

“Nos visitan familias, estudiantes, investigadores en esta aula verde. Cuando un niño entiende que un tucán no es una mascota, probablemente será un adulto que no compre fauna silvestre”, explicó Murillo. 

Esa pedagogía ha sido uno de los pilares del parque, que articula esfuerzos con autoridades ambientales y ha sido parte activa de procesos de rehabilitación, liberación o tenencia ética de especies.

Más de 300 personas trabajan directa e indirectamente en el bioparque, que impulsa encadenamientos económicos con comunidades, emprendedores y artesanos del territorio. Ukumarí no solo protege animales, también genera desarrollo con propósito.

El tráfico ilegal de fauna mueve más de 20 mil millones de dólares al año, según Interpol. En ese contexto, la labor silenciosa de Ukumarí se convierte en un modelo replicable. No se trata sólo de conservar, sino de transformar la relación entre humanos y naturaleza. 

Para los próximos años se tiene proyectada la ampliación del bioparque con la construcción de ambientes del Amazonas y Asia  y brindar mayor diversidad y conocimiento a quienes lo visiten.

“Salvar un animal no cambia el mundo, pero para ese animal lo cambia todo. Y cuando eso se vuelve sistemático, sí estamos transformando el mundo”, concluyó Murillo.