En el caso del equipo que acompañará a Johana Ximena Aranda, de los nombres hasta ahora revelados, claramente se colige que se trata de tecnócratas como Leonidas López con amplio conocimiento en el campo de la educación y personas de su más entera confianza, a quienes se vio gravitar en el círculo más estrecho de su campaña como Carolina Hurtado y Óscar Berbeo.
Con seguridad ya llegarán los anuncios de la participación que se concederá a las fuerzas políticas que le dieron respaldo.
Mientras ello ocurre, es preciso ocuparse del caso de la Gobernación del Tolima, donde quien sí picó en punta para reclamar sus recompensas fue el senador Óscar Barreto.
Ya suma varias fichas importantes en el entrante gabinete, algunas de ellas que deberían resultar peligrosamente inquietantes, en especial para la gobernadora Adriana Magali Matiz.
Aunque desde el deber ser se cuestione la repartija de cargos y las prácticas clientelistas, la perversión del sistema ha llevado a que se naturalicen y entren a hacer parte de las dinámicas propias del quehacer de la política.
Puestos y cargos que son monedas de cambio para retribuir los necesarios apoyos electorales que permitieron obtener la victoria.
Hasta ahí, aunque no se comparta, todo se entiende.
No en cambio, se ve con buenos ojos, el que algunas de esas designaciones soslayen la idoneidad requerida y simplemente obedezcan a imposiciones burocráticas.
Tampoco se trata solo de hojas de vida y perfiles que no encajan con las tareas encomendadas, sino de su inexperiencia en la gestión desde el ejecutivo, pues, aunque con probada carrera pública, han estado la mayor parte del tiempo en posiciones distintas a las de administrar o gerenciar.
Pero incluso, aunque consideráramos que un ingeniero pudiera ocuparse de atender los asuntos sociales del departamento, tanto o más importante resulta su condición humana y don de gente.
Tener funcionarios tristemente recordados o como ellos mismos lo expresan 'malqueridos' por su soberbia y arrogancia frente a los demás, no augura buen ambiente para el equipo que acompañará a la nueva inquilina del Palacio del Mango, en especial cuando quienes han sido víctimas de esos tratos desobligantes se convertirán en sus compañeros.
Por experiencia, desde ya tendrá que prepararse la gobernadora Matiz para contener la cizaña, la descortesía y la patanería hacia otros de sus secretarios, rayando en el límite de la dignidad y para sortear las quejas por malos tratos hacia colaboradores y contratistas en tono de escándalo.
En el pasado son varios los reprochables capitulos protagonizados por esos mismos personajes, a quienes, incluso, sin que se haya podido probar, se les atribuyen seguimientos y espionajes para intentar desacreditar figuras públicas que terminaron en crisis matrimoniales y escándalos de infidelidad, instrumentalizando medios de comunicación.
Esos antecedentes no los verifica la función pública, ni inhabilitan para posesionarse, pero cuando menos hablan de las tensiones que pueden generar y ensombreser el clima organizacional en el seno del gobierno seccional.
O por lo menos deberían servir a quien será la jefe de gabinete para andarse con extrema cautela.
A estas alturas, el mejor consejo para la Gobernadora electa lo inspiran las palabras de Nicolás de Maquiavelo con especial énfasis en la segunda idea "Hay que ser cauto en el creer y en el obrar y proceder con moderación, prudencia y humanidad, de modo que la excesiva confianza no lo haga a uno incauto y la excesiva desconfianza no lo haga insoportable".