Esta semana fue noticia el Partido Conservador, al conocerse, que una cuota conservadora sería la próxima ministra del Deporte; la situación tomó por sorpresa a la opinión pública y por supuesto a nosotros,  sus militantes, puesto que la posición del partido había sido mantener la independencia y votar en negativo las improvisadas reformas del Gobierno Petro.

En lo personal fue una completa desilusión, pues pensé que el partido volvería a esas épocas en las que solo importaban los intereses de unos cuantos, a los que les encantaba ser el apéndice del gobierno de turno y poco o nada les significan los ideales del partido o la opinión de su militancia. No obstante, cuando se conoció la verdad de lo que realmente estaba sucediendo se sintió algo de alivio.

Resulta, que el Gobierno Nacional quería adjudicarle esa cuota al partido Conservador, propiciando un conato de división, auspiciado por unos representantes a la cámara conservadores que son afines al gobierno Petro - una total contradicción -; que están detrás de cualquier migaja burocrática que oxigene su pálido liderazgo, que les tiene sin cuidado lo que está viviendo el país con tal de llevarse una pequeña porción de beneficio propio y que se pasan por la faja la ley de bancadas que los obliga a adoptar las decisiones del partido.

Es de aplaudir la decisión del directorio nacional de no aceptar la renuncia de su presidente, el Senador Efraín Cepeda, quien, al enterarse de las jugadas individuales de algunos congresistas, había tomado la decisión de dar un paso al costado pero que contó con el respaldo de los demás miembros del directorio, siendo así ratificada la posición de hacerle frente a un gobierno incapaz e incompetente.

Es vergonzoso, que ciertos dirigentes políticos pretendan seguir con las mismas prácticas politiqueras de siempre y que no hayan comprendido que la coherencia es una cualidad que reclaman los electores. Esas “estrategias” que le hacen apología al nauseabundo: “el vivo vive del bobo”, son las que tienen en total desprestigio el ejercicio de lo público.

Hoy más que siempre, necesitamos a un congreso sensato, que actúe en concordancia con sus electores, que represente el sentir del ciudadano común, al que se siente inseguro y al campesino desplazado por el resurgimiento de los grupos ilegales, al que cada vez se le dificulta más llegar a fin de mes por el precio de la gasolina, de los alimentos y, sobre todo, que luche por aquellos que por falta de conocimiento, creen cualquier cuento que les echen.